Sobre mi viaje de estrellas
 
Me mantuve alejado no sé si por años o eones de la vibración de la Tierra, pero no importa, el tiempo pasa desapercibido cuando se vive la plenitud de la existencia. Ya era hora de regresar, encarar las deudas contraídas, elevar mi espíritu a nuevos niveles. Consulté los archivos Akásicos, los temas esenciales a ser probados y aprobados quedaron impresos en mi espíritu, mis consejeros, jueces y guías me ayudan a planificar minuciosamente mi nueva aparición en este plano y por supuesto, prometí olvidar mi estancia en las estrellas.
 
Estuve aquí antes, pero cuándo o cómo no lo sé, pero ya conocía el mar más allá de la puerta que separaba ambos mundos… el olor dulce y vívido de la naturaleza, el sonido de los suspiros de mis padres por mi llegada, las luces miopes en las casas y el paisaje de color en la playa, lo conocía todo del ahora eterno. Si, del ahora, porque el tiempo no existe; es una medida arbitraria de creación cultural que inventamos para distribuir la vida terrena y explicar el aparente misterio de la vida y la muerte.
 
Aquí estoy en el centro de este espiral en el que puedo atraer el aparente pasado, el futuro y el presente o ahora eterno. No camino en una línea recta…no existe el tiempo lineal. Todo lo que viviré no será una casualidad, será el producto de una causalidad universal llamada Karma, cada una de mis palabras, deseos, pensamientos o anhelos producirá una energía que se transformará en resultados buenos o malos. Mis actos de misericordia, desamor o caridad podrán cambiar una vida o moldear un ‘’destino’’. Cada acción realizada producirá efectos y la suma total de esos acciones determinarán el estatus , la naturaleza y las circunstancias de tristeza, pena o felicidad en mi próxima vida y así de encarnación en encarnación.
 
Decisión dolorosa el regresar, alejarme del hogar original, de la vida real fuera del dolor en la carne y la esclavitud e ilusión creada por los sentidos. Pero necesitaba adicionar nuevas virtudes, agregar matices de las ya adquiridas. Ingresaré al mundo de las sensaciones por virtud del claustro materno … llegaré envuelto en el esplendor de algunas lágrimas y es entonces que comenzaré… a olvidar.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
 
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Desatando el nudo gordiano de la muerte
 
Luego que la consciencia determina que la experiencia a ser vivida en este plano ha finalizado, el Alma misma sin consejo alguno de nadie decide marchar, retornar al UNO, a DIOS, al HACEDOR o como le quieras llamar.
 
El cómo y el cuándo marcharemos de este plano, lo determinamos nosotros mismos, con algunas excepciones. Puede ser una enfermedad, un accidente, o en estado consciente como los monjes y lamas tibetanos. Detenemos el vehículo del que somos conductores y nos marchamos.
 
Aquí vinimos a vivir unas experiencias con la idea de autoconocernos para sumar información sobre: amor, caridad, templanza, misericordia y otras no tan positivas. En ocasiones logramos nuestro plan en este mundo y otras veces por lo complejo de la vida aquí, nos alejamos del mismo.
 
Sea por una u otra razón es nuestra la decisión de marchar, ya sea porque ya cumplimos con lo que planeamos antes de encarnar o porque en esta vida no hay manera de lograrlo y cambiaremos el escenario.
 
El Alma es un viajero del espacio tiempo, le fascina experimentar y detiene el vehículo que le permitía su existencia en la Tercera Dimensión, sale del mismo para tomar otros, vehículos caminos y rutas...
 
La fruta ya madura al extremo se desprende del árbol, cae en tierra y se desata todo un proceso cíclico. El cual culminará con la parte que lleva el gen de vida, la semilla, que se transformará en un nuevo árbol, adentrándose en el corazón de la tierra y la vida continuará en una eterna noria.
 

Cosas de la Iglesia (no se agite nadie, ni piense que me burlo, estas cosas pasan y nadie me las contó, yo las viví)
 
PROFETAS
 
Sólo imagine un apartamento en un residencial público, cuando todavía no existían balas perdidas que visitaran a los moradores del mismo.  Hay alrededor de seis jóvenes entre los dieciocho y los veintinueve años orando en el apartamento, suena con insistencia el teléfono negro de la época.
 
Una de las hermanas tiene un niño enfermo y no tiene medio de transporte alguno para llevarlo al hospital.  El chofer de la guagua de la Iglesia, se levanta de su oración y va a la casa de la hermana, cumpliendo con su responsabilidad vicaria y cónsona con lo que se expresa en 1 Pedro 3:28,
 
“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.”. Luego retorna con los demás hermanos a la vigilia de oración.
 
Al otro día en pleno culto y danzando frenéticamente el “PROFETA” de la congregación: toma de la mano al chofer y a la joven (que por cierto era una muchacha muy hermosa) del nene enfermo y comienza con el ‘ZONDELEIKIBA  ANDAZITAHLAYAH CANTAZO VIENE’ y dice en su profecía “que están en fornicación, que Dios le mostró al chofer  saliendo del apartamento de la muchacha, en la madrugada blah, blah, blah” 
 
El hombre (el profeta) después de los cultos, se quedaba dando vueltas por el pueblo para ver si había alguien picando fuera del hoyo, para espepitarlo en la congregación como un mensaje de Dios.  Lo que no sabía era que había 5 testigos que echaron por el piso la profecía de este EVANGELISTO.
 
Los resultados fueron: que el concilio no expulsó, disciplinó o llamó a capítulo al profeta de embuste, que continuó en su puesto como si nada  hubiese ocurrido (que después en otra iglesia se llevó una jovencita y abandonó a la esposa). Los dos jóvenes se fueron de la Iglesia para nunca más volver.
 
LA DANZA EN LA CARNE
El culto está encendido, en una de las bancas hay un muchacho joven meditando y en frente de él algunas chicas todas con velos que les llegan hasta los zapatos.  El caso es, que dos de ellas, saltan de la banca y comienzan a ‘danzar’. Están dando más vueltas que un trompo y los largos velos girando como hélices  dan una sensación de vértigo.
 
Súbitamente el pastor baja del púlpito, las toma del brazo, las sienta nuevamente en la banca y muy quedo les dice “HERMANITAS, VI CUANDO SACARON EL BLONI Y DESPUES SE PUSIERON A DANZAR, EL ESPÍRITU SANTO QUE YO SEPA NO MASCA CHICLE”.
 
Al muchacho del frente que fue el único que escucho lo que el pastor tuvo que decir, la comunión se le fue no sé a dónde. Pero no puede evitar reírse de manera constante recordando aquello de que EL ESPÍRITU SANTO NO COME CHICLE.
 
LOS CUENTOS DE CAMINO
 
El evangelista comienza su predicación con la anécdota del angelito.  Cuenta el predicador, que había una familia cuyas oraciones siempre estaban centradas en tener una visión sobrenatural y ver un ángel.  Lo que no sabían los cristianos del cuento es que “USTED NO PUEDE ESCAPAR DE LOS ESPÍRITUS QUE INVOCA” Bueno, un día toda la familia decide hacer un ayuno de varios días para ver si se les concede su oración.
 
Su ruego es escuchado y luego de regresar de un culto el ángel apareció y los esperaba en el balcón; blanquito, el cabello rubio ensortijado y muy risueño.  El único problema es que el ángel les expresa que “esa casa ahora es de él y no pueden entrar a ella” Así que deben movilizar a todo el concilio con sus exorcistas, entrar nuevamente en oración y ayunos para echar fuera al pichón de demonio.
 
El problema de estas narraciones es que restan credibilidad al mensaje que pretende llevar la iglesia, ¡si se ora por ángeles y aparecen demonios, algo malo debe estar pasando en estos lugares! Además que se parece más a un cuento de la abuela cuando se iba la luz y escuchábamos relatos como ese, con una taza de chocolate y queso de bola en la mano.
 
LOS MENSAJES DE PIEDRA O LAPIDARIOS
 
Hay un hermano algo mayor que ora fervientemente con los jóvenes de la iglesia en un monte, ya llevan alrededor de una semana, además de estar vestidos de silicio (tela de saco).   La oración del hermano mayor va dirigida a “que Dios le ampare una compañera de vida y esposa” Todos los presentes se enteran de su rogativa ya que el rezo se hace en voz alta, nadie más en la Iglesia sabe de lo que pide el hermano, salvo los que estaban con él en el monte.
 
Una noche hay visita en la Iglesia y el predicador dice ‘’abran sus Biblias en Malaquías 4:1’’ Cuando un predicador empieza su alocución con Malaquías, es mejor que tenga algo con que taparse  por el aluvión y lluvia de piedras que viene para encima de usted.
 
El texto dice así :Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego--dice el SEÑOR de los ejércitos-- que no les dejará ni raíz ni rama.
Dentro de los muchos ‘mete miedo’ que dice el predicador expresa “Y tú, que andas metido en un monte orando y ayunando para que Dios te de una mujer, no estamos en tiempos de casamiento, como dice en Mateo 24:37- 39 “Porque en los días antes del diluvio comían y bebían y se daban en casamiento”.  Ten cuidado que no te coja fuego el saco ese que estás usando y te vayas derechito al infierno”
 
También hay uno de los hermanitos vestido de saco, tapándose la boca y riéndose por la pedrada que le han dado al que pedía esposa, y se puede inferir, que ese hermanito le fue con el chisme al predicador, ¡hay de todo en la Viña del Señor!
 
¿EL JUEGO ES PECADO? PERO PA’ ENCIMA
Había un hermano que tenía dificultades para conseguir trabajo. Lo que se traducía en una muy pobre condición económica. Nunca había cogido un pico o pala en la mano, no sabía de construcción, de plomería o de cortar caña.
 
En fin, el hombre había dedicado su vida entera a los juegos de azar y nunca había dado un tajo en su vida.  El hermano cuando estaba en el ‘MUNDO’ jugaba: topos, barajas, póker, lotería, caballos, gallos, dominó, damas y hasta a quién se le paraba primero encima la mosca. 
Siempre andaba con cuatro o quinientos billetes en el bolsillo porque era bueno en cualquier juego y era el terror de los jugadores del pueblo.
 
Como jugar es pecado conforme al paradigma de la secta (aunque en la Biblia no hay texto alguno que condene el jugar) desesperado por falta de dinero, decide ir a la agencia y jugar una papeleta. Tal vez Dios vea su aflicción y le dé una mano en las 7 excitantes carreras. El problema es que se le olvidó quitarse el silicio en su urgencia y va y juega la papeleta vestido así.
 
Saliendo del culto por la noche, la guagua tenía un desperfecto y todos se van a pies para sus casas calle abajo.  Sale de una de las viviendas cercanas a la Iglesia un adolescente que a veces visitaba la Iglesia y grita a voz en cuello “ !oye, ajá con que jugando caballos con to’ y saco puesto, Dios y yo te vimos en la Agencia!”  Aunque no mencionó nombre alguno todos sabían a quién se refería.  El pobre hermano caminaba deseando hacer un boquete en la brea y desaparecer.
 
Ahora saben el por qué de mi irreverencia religiosa y mi negativa de practicar culto alguno…
 
 
 
 

Maestro
 
Era agosto de 1976; abandoné la tertulia debajo del palo de mangó así como el ‘serrucho’ para la compra del FULL QUART de DON Q.  También me recorte el Afro que tenía y dejé de fumar Newports mentolados entre muchas otras cosas.  
Con el sol a punto de encenderse sobre los tejados, camino calle abajo con algo de nervios en el estómago.  Una chica (de la que estaba enamorado) me detiene para preguntarme.
______¿Para dónde vas, tan bien vestido?
Refiriéndose a la camisa Van Heusen y la corbata negra que llevaba, incongruencia y paradoja por estar en pleno verano en la Costa Este.
_____Voy al trabajo en una de las escuelas de Río Blanco.
_____¡Eres maestro acaso, tienes cara de muchas cosas, menos de maestro! me dice la muchacha con algo de sorna y sonriendo.
No podía creer que fuera maestro. Para ella yo sólo era otro de los ‘títeres’ que bebía ron debajo del bendito palo de mangó  frente a la Casa de los Arzón y le decía cosas cuando pasaba.  Era mi primer día de trabajo, tenía 22 años cumplidos.
 
El sol en los tejados sigue encendiendo hojas en el almanaque, quemando horas y minutos en el reloj,  rayando grietas  en mis sienes.   
Es agosto de 2007 (31 años después), salgo al balcón con una taza de café bastante cargado y me siento a observar los autos de mis ex compañeros pasar hacia sus trabajos.  No hay chica alguna de la que esté enamorado (incluso vivo solo), ya no utilizo corbata o camisas de manga larga, sigo sin fumar, no bebo Don Q, y tengo bastantes canas.  Ahora son 53 inviernos, ya no hay posibilidad de primaveras.
 
Es el primer día del resto de mi vida sin trabajar en la docencia: no hay nostalgias, sentimientos encontrados o tristezas en mi espíritu.  Es una recién estrenada y extraña sensación, me encamino hacia una nueva aventura.  Estoy ansioso de comenzar esta nueva parte de mi leyenda personal.
Sólo puedo añadir que me fascinaba lo que hacía, el reto de poder transmitir conocimientos, ayudar en algo al bienestar de la Patria, encausar de manera positiva ese torrente de energía tan particular en la juventud.
 
Despierto al 2017, cuatro décadas han transcurrido. Soy ciudadano de la tercera edad,  irreverente por demás (rompí, con todos los paradigmas e ideas que me fueron enseñados) me deleito en la lectura y en la escritura, poseo todavía  buen sentido del humor.  Camino por esto que nos hemos dado a la tarea en  llamar vida con clara consciencia de quién soy. 
El  mismo sol de 14,600 ocasos muere sobre los tejados y aún… sigo siendo MAESTRO.
 
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Crónicas de machos y mujeres abusadas
 
 En aquella comunidad de la Loma del Viento todos eran muy machos, sí, así como lo oyes todos muy machos. Pedro Hulk llegó hecho una fiera a su casa. Tomó su seis tiros Smith & Wesson y le propinó varios golpes a Marta  Candela de la Plegaria con la culata del mismo, después que la mujer le preguntara dónde se había metido casi todo el día.
 
Luego con suma parsimonia, como si nada hubiese ocurrido, limpió la sangre del piso utilizando la blusa que le desgarró encima y él mismo le tomó 10 puntos de sutura en la cabeza con una aguja de coser y un poco de hilo Indio.
 
¡Claro, pues qué pensabas!  Cuando eres un macho de pelo en pecho después de una golpiza a tu doña, debes mostrar algo de misericordia y tú mismito debes curarla: nada de hospitales porque después viene la preguntadera de los médicos y el protocolo establece que hay que llamar a la jara (la policía).
 
Después de cenar y dejar encerrada bajo llave a la mujer llorosa con ojos encendidos de rabia y coraje, el macharrán se dirige al habitual juego de dominó en casa de Edelmiro.
 
Edelmiro era un carpintero de más 6 pies de estatura, amplia caja torácica, piel bronceada, las mangas de las camisas siempre enrolladas mostrando sus bíceps de luchador de la WWF y con una mirada que decía “que nadie joda conmigo, ni aún mi padre con sus pelotas de general” (como el personaje del Gabo, Santiago Nasar)
 
__ ¡Oiga compai Edelmiro, recuerda lo que usted  ayer dijo, de que hay hombres que “roncan de machos y se pasan en la calle y que es muy probable que en ausencia pueden ser víctimas de alguna infidelidad”!
 
__ Sí compadre, eso dije y lo sostengo, replicó Edelmiro.
 __Muy machitos en la calle y la mujer pegándole cuernos en la casa.
___Pero eso sólo le pasa a los pendejos,  es que la mujer le da el primer brinco a uno en la falda, después el segundo brinco es en la cintura, el tercero es en el pescuezo,  por ende es obvio que no hay que dejar lleguen al cuello o estaremos jodidos.
 
__ Bueno compai, esbozó Pedro Hulk, como no sé si ese comentario de ayer fue por mí, por si las moscas,  le acabo de rajar la cabeza a María Plegaria con el cañón.
 
__Ya usted sabe, soy guardia de seguridad, atiendo una cortejita allá en la calle de la Canvínbora y siempre llego tarde.
 
El comentario arrancó una carcajada aguadentosa de todos los reunidos en la mesa de dominó.
 
__Es que la mujeres,  en ocasiones se buscan los golpes, apostilló Vitín el Múcaro.
 
__La mía se dirigía al velorio de Pantaleón vestida con unos mahones blancos  que se le marcaba todo lo que es mío y de nadie más. Le dije que si iba a ver vivos o a ver un muerto y que tenía 10 segundos para cambiarse los mahones  por algo más decente y apropiado o de lo contrario le partiría las madres.
 
__Por cierto, expresó Vitín,  el difunto Pantaleón sí que era el cabresto de amarrar los machos. ¿Recuerdan que tenía dos hijos paraplégicos, unos monguitos?  De cuando en vez su mujer acostumbraba salir a ver a las hijas mayores y subía lo último de la loma y pretendía que el difunto cuidara a los monguitos.
 
__ Claro que lo recuerdo expresó Edelmiro.
 
___El difunto cuando se encabronaba montaba a los mongos en una carretilla de cargar bloques y cemento y se los tiraba frente al batey de la casa de las hijas mayores como si fueran sacos de papa o algo por el estilo.
 
 ___¡Puñeta, le decía a la mujer, ponte a cuidar los jodidos muchachos mongos esos y a mí no me los dejes, que quien carga los cojones aquí soy yo!
 
___Es mi héroe el difunto… no hay que dejarse joder, finalizó Edelmiro.
 
La partida de dominó termina, al igual que tres botellas de ron blanco y sin mayores incidentes. Mientras en su cuarto, la mujer de Edelmiro escuchaba la conversación repleta de testosterona y meditaba sobre la vida que llevaba con el pedazo de macho que tenía en casa.
 
Marta Candelas estaba recién parida. Le preocupa el aciago destino que le esperaba a su criatura con semejante padre. Estructuraba la teoría que de alguna manera, las mujeres tienen la culpa del comportamiento machista de algunos hombres, se sentía mal por ello; aunque hasta  cierto punto estaba equivocada. 
 
El machismo es querer reafirmar ilusiones de poder pero siempre con los más débiles, nadie tiene la culpa de esa postura. ¿Acaso no existe la conciencia y el libre albedrío, acaso no cuenta la fábula que fue de la costilla que fue creada,  para que estuviese más cerca de nuestro corazón?
 
Pero ella estaba convencida que  la crianza materna contribuía a las posturas machistas en nuestra sociedad. Juraba que jamás le diría a  su pequeño “esos güevitos son pa’ las nenas. Tampoco lo orientaría para que en la escuela respondiera con violencia y agresividad contra otros niños.  Nada de que  el que te golpee, golpéalo y no te dejes joder porque te daré una catimba .
 
Se cuidaría mucho de cuando llorara evitar el  “no llores, deja de chillar, que eres un macho y los machos no lloran”. No promocionaría el “guarden todos sus gallinas, que el gallo mío anda suelto”. No reforzaría una conducta que a todas luces era denigrante hacia la mujer y a su derecho inalienable a la igualdad. Criaría su hijo haciéndolo consciente de su parte femenina, porque la espiritualidad y la sensibilidad  tienen que ser concebidas desde un balance.
 
__¡Me marcharé de esta loma de maltratos y sus machos antes de dar a luz!
 
Mientras en otra casa de la loma, una mujer es despertada de su letargo por el vaho a ron barato que inunda la habitación. Observa muy queda, la hueca sombra que busca del calor de su cuerpo entre las sábanas y nuevamente siente el cálido y herrumbroso sabor de la sangre en su garganta.
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En una apartada región del planeta se dio una extraña competición. El premio para el triunfador era de cinco libras de oro.
 
El evento consistía en cargar unas pesadas cruces hasta un lejano poblado a dieciséis kilómetros de distancia de la salida del evento. Tres de los más fuertes hombres de la comarca incursionaron en la tortuosa competencia.
 
Comenzaron el evento: en los primeros kilómetros nadie quería adelantar a nadie, guardando fuerzas y hasta conversaban caminando con paso uniforme con las enormes cruces. 
 
Pasados diez kilómetros, uno de los fortachones agobiado por el enorme esfuerzo anaeróbico y con sus instituciones internas vencidas, decide abandonar la competencia.  
 
El segundo competidor a quien las fuerzas también comenzaban a abandonarlo; viendo que apenas quedan él y otro competidor (que comienza a quedar rezagado), imprime mayor velocidad a su esfuerzo y saca una enorme ventaja.
 
El esfuerzo lo lleva casi al desmayo y decide alivianar la carga cortando un pequeño pedazo de la cruz.  Camina un kilómetro más y al constatar que no hay rastros del tercer competidor decide cortar un pedazo aún más grande, lo que le permite continuar en la competencia sin mayor esfuerzo. 
 
Ya el pueblo está a la vista entre la bruma, a unos mil metros, el premio de las cinco libras de oro comienza a brillar en la mente del casi seguro ganador.
 
Entonces surge un agobiante problema: un caudaloso y ancho río se interpone entre la meta en el poblado y el atleta que va en primer lugar.
 
La necesidad siempre ha sido la madre de las invenciones;  y se le ocurre utilizar la cruz como puente, trata de echarla al río pero la longitud para llegar a la otra orilla no es suficiente.  Así se hunden la cruz, el premio, las alegrías y las esperanzas del competidor, que debe conformarse con un “tan cerca pero tan lejos”
 
Está de más narrar lo ocurrido con el competidor rezagado: que al llegar dos horas más tarde y hecho trizas, utilizando el mismo método que el anterior, pudo salvar el obstáculo del río y adjudicarse la victoria.
 
Así somos; algunos abandonamos nuestros sueños y anhelos antes de tiempo sin esforzarnos lo suficiente, otros buscamos atajos, desvíos y nos engañamos a nosotros mismos, sin pensar que nuestras cargas, obstáculos y caídas eventualmente nos ayudarán a lograr nuestras metas y anhelos.  Por último están los que son resilientes,  los pacientes y  tenaces, que sin importar cuán lejos parezcan estar sus sueños y anhelos: caminan, tropiezan y caen sin perder de perspectiva aquello que se han propuesto.
 
 

 

Me mantuve alejado no sé si por años o eones de la vibración de la Tierra, pero no importa, el tiempo pasa desapercibido cuando se vive la plenitud de la existencia. Ya era hora de regresar, encarar las deudas contraídas, elevar mi espíritu a nuevos niveles. Consulté los archivos Akásicos, los temas esenciales a ser probados y aprobados quedaron impresos en mi espíritu, mis consejeros, jueces y guías me ayudan a planificar minuciosamente mi nueva aparición en este plano y por supuesto, prometí olvidar mi estancia en las estrellas.
 
Estuve aquí antes, pero cuándo o cómo no lo sé, pero ya conocía el mar más allá de la puerta que separaba ambos mundos… el olor dulce y vívido de la naturaleza, el sonido de los suspiros de mis padres por mi llegada, las luces miopes en las casas y el paisaje de color en la playa, lo conocía todo del ahora eterno. Si, del ahora, porque el tiempo no existe; es una medida arbitraria de creación cultural que inventamos para distribuir la vida terrena y explicar el aparente misterio de la vida y la muerte.
 
Aquí estoy en el centro de este espiral en el que puedo atraer el aparente pasado, el futuro y el presente o ahora eterno. No camino en una línea recta…no existe el tiempo lineal. Todo lo que viviré no será una casualidad, será el producto de una causalidad universal llamada Karma, cada una de mis palabras, deseos, pensamientos o anhelos producirá una energía que se transformará en resultados buenos o malos. Mis actos de misericordia, desamor o caridad podrán cambiar una vida o moldear un ‘’destino’’. Cada acción realizada producirá efectos y la suma total de esos acciones determinarán el estatus , la naturaleza y las circunstancias de tristeza, pena o felicidad en mi próxima vida y así de encarnación en encarnación.
 
Decisión dolorosa el regresar, alejarme del hogar original, de la vida real fuera del dolor en la carne y la esclavitud e ilusión creada por los sentidos. Pero necesitaba adicionar nuevas virtudes, agregar matices de las ya adquiridas. Ingresaré al mundo de las sensaciones por virtud del claustro materno … llegaré envuelto en el esplendor de algunas lágrimas y es entonces que comenzaré… a olvidar.
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Sobre mi vieja Julia Abadía
 
La madrugada mercadeaba silencios, sentada en la quietud del alba y mirando muy quedamente la rebeldía del mar golpeando las rocas, la tristeza de la mujer aumentaba... su esposo pescador ya tenía dos semanas desaparecido. Tenía una expresión vacía como si el alma le hubiese sido desplazada, nerviosa e ignorante de si misma. Apoyada en los recuerdos de su juventud temprana abrió la puerta de la melancolía, mientras su espíritu afinaba un instrumento peligroso y de mucho dolor. Comenzó un penoso viaje hacia el mar de la resignación perdiéndose en esa calle abierta desde siempre, buscando el mundo de lo real…
 
Una fragancia a violetas y cirios apagados le llegó a mi madre envuelta en un retorcido viento demente un 4 julio de 1956. Era la inequívoca señal de que mi padre se había marchado definitivamente de este plano. Allí estaba mi madre en la pequeña casita de playa frente al Mar Caribe, 27 años, negra, mujer …sola con un infante de apenas 2 años y el vientre repleto con un nuevo ser deseoso de hacer su incursión en la vida de los sentidos y las emociones.
 
Un amor de sabiduría quizás milenario empezó a regir toda su vida desde entonces. La desgracia le permitió ver el propósito para el cual hizo su aparición en la Tierra. Debía trocar el dolor de la pérdida de su esposo por el del sacrificio de toda una vida dedicada a sus dos hijos. Escarbó dentro del cofre de herramientas en su espíritu para auscultar con qué instrumentos contaba para hacerle frente a este monumental reto …que a todas luces no parecía fácil. Haciendo silencios en el alma… encontró lo que necesitaba, grandes cantidades amor… amor constante, eterno como el paisaje de mar frente a su ventana, incondicional que como el tiempo sabía esperar, unido a una inteligencia poco común que le serviría para enfrentar y sobreponerse a cualquier escasés o vicisitud en el orden material.
 
La familia ayudó en la crianza de los infantes y ella se alejó un tiempo con el corazón en la mano, para adentrarse en sus estudios de secundaria y universitarios con los cuales entendía sacaría a sus hijos de la pobreza material y la estrechés en la que viviamos. Jamás descuidó en el exiguo tiempo que tenía para compartir su rol y papel de madre, siempre hubo cariño, amor , tiempo de calidad , abrazos en los cuales mi hermano y yo podiamos refugiarnos en esa fragancia tan especial que tienen las madres, esa que permite al hijo acurrucarse en la calidez del regazo y no querer nunca apartarse, abrazo que significa seguridad, bienestar y sobre todo amor sin condición alguna.
 
Aquí la recuerdo con sus ojos razgados escondidos en una leve miopía, su cabello crespo producto del legado africano, su afable y festivo carácter de madona antillana, su dicción perfecta tanto en inglés como español y sus conversaciones salpicadas de aforismos , refranes y máximas. Aquí la recuerdo con sus regalos de fin de semana...libros. Cómo olvidarla si su amor permitió encarnarme nuevamente a esta vida para crecer y agregar virtudes de las que mi espíritu adolecía y ella tuvo a bien enseñarme o encaminarme, Cómo olvidarla si el cordón de plata y amor que une nuestros espíritus sigue intacto. Cómo olvidar el perfume de flores que invadió mi habitación 3 días después de su viaje rumbo a las estrellas para consolar la amargura de su partida,
 
Vieja …yo sé que vives ( Dios no es Dios de muertos y sí de vivos) ...no sólo en mis recuerdos y sí en algun lugar tangible y real del universo infinito…te amo vieja. Regresaré a ti una de estas tardes y juntos repasaremos lo que ha sido mi vida, para ver si aprobé el curso en el que tú y el Creador... son mis maestros.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía

 

 
El Ensayo

Abrí mis párpados, exactamente  ocho minutos después de cerrarlos en el mundo irreal, el de la ilusión de Maya.  La noche me obsequió con el mejor de sus silencios, un silencio compacto y vidrioso que en mi visión onírica parecía una criatura tangible y con vida.
El reloj del ayuntamiento posicionaba sus herrumbrosas manos en una línea recta, faltaba un minuto para las 12 de la madrugada. Era otro ensayo más de mi partida. Cada viaje nocturno cuando nuestro cordón de plata es lo único que nos ata al mundo físico, es un poco morir, un ensayo y preparación.
La calle Muñoz Rivera estaba tapizada de cadáveres, me detuve dubitativo ante la escena; había niños que jamás vieron la madrugada desnudarse de azul, amas de casa con una absurda sonrisa de felicidad sabiéndose libres, obreros de la construcción que jamás terminaron su propia casa, meretrices sin un cofre donde depositar su amor, profesores que fracasaron en su intento de aleccionar la vida.
Tuve la ligera sospecha que había vivido todas esas vidas y que ésta que aún latía con fuerza pronto se apagaría. Al otro extremo del ayuntamiento, un grupo de cristianos, según los dogmas adquiridos en la niñez me llamaban.
 
__ ¡Ven el tiempo se acaba, debes acompañarnos!

Me desperecé del estupor por la pesadilla y de mis divagaciones oníricas mientras caminaba hacia el cuarto de mi hijo de apenas un año. Vertí unas cuantas lágrimas amalgamadas con remordimientos y anudadas con la tristeza que hacía días me dificultaba la existencia. No podía expresarle mi amor como acostumbramos en este plano, estaba impedido de abrazarlo, besarlo o tocarlo. Hacía semanas que mi cuerpo exhibía unas rojas ulceraciones que inexorables se extendían por toda mi anatomía. Eran los surcos de mi equivocado norte en el mundo de la heroína.  Vivir esperando el momento en que el ardoroso opiáceo penetrara por virtud de la aguja en mis venas, jugueteando con mi autoestima, subyugando y esclavizando mi carruaje de carne. Sentir el artificioso olvido de las responsabilidades, en lo que sería un ensayo reiterativo de lo que pronto sería mi partida.

El médico del Fondo del Seguro pronunció la sentencia que en mis oídos tuvo el efecto de la explosión de los vientos huracanados que en julio comienzan a desforestar cruelmente el Yunque. ¡Lepra!, fue lo que escuché, una enfermedad bíblica, apocalíptica, anacrónica, que sólo ocurría en los textos del Nuevo y Antiguo Testamento. El más fulgurante tropo para mostrar lo que son los errores, o según nuestros esquemas religiosos, el pecado.
La palaba trazó un invisible muro en derredor mío, estaba marginado por siempre del amor de los que me rodeaban, convertido en un paria en el espíritu y la carne. La Parca comenzó a tener más importancia en mis adentros que la vida, después de todo la muerte es otra forma de vida. Es la vida real sin ataduras al sufrimiento en la carne, es libertad ante el dolor, las injusticias, la liberación de los pequeños actos de crueldad, que a diario practicamos con los que nos rodean. Besé a mi pequeño en el alma y decidí reinventarme de nuevo, encaminarme hacia la vida real, salir de ésta, donde todo se ve como por espejos, todo es sombra de lo que está por venir, sentenciaba San Pablo, como es arriba es abajo según el axioma hermético.

Me encaminé hacia la casa de mi anciana madre para darle un adiós solapado, sin explicaciones. Iba acompañado en el trayecto con el dictamen médico horadando y mordiendo mi espíritu como fiera hambrienta.
El sol de la mañana era aún joven e iluminaba la página del día develando la reiterativa escena de las famélicas prostitutas de la calle Salsipuedes, los amigos de la jeringuilla pidiendo la peseta para su próxima cura, el olor a frituras y café recién colado en el bar de la dominicana de grandes y verdes ojos.
Mi angustia volvió a retrotraer mi infancia...el Viernes Santo en el que Gamaliel el gato vestido de Cristo y con una cruz de bambú a cuestas era golpeado inmisericordemente por media docena de mozalbetes disfrazados de soldados romanos y él murmurando por lo bajo,
 ____Deja que se acabe esta procesión y verán la pendejá que vamos a tener cabrones.
 
También vino a mí, la pelea de Matildita Santana con Sylvia la Loca por un novio.  El recuerdo de sus pechos jóvenes y llenos de estrógeno saltando de sus sostenes, cuando en la violencia de su trifulca quedaran ambas mostrando la  vergüenza de su desnudez y de paso alimentado en mi una adolescente y recién estrenada lujuria.

Me senté en el único escalón de la entrada a la casa techada de madera y zinc Aún tenía una plancha del techo fuera de lugar por el paso de uno de los incontables huracanes que visitan  nuestra región. Somos así en este bendito pueblo. Cargamos un desenfado por todo, cierta laxitud y resignación ante la adversidad... a la que los párrocos y fundamentalistas señalan en sus disertaciones de fin de semana, como la causa principal de nuestros males de espíritu.
Mis ojos divagaron en el reverberante calor de la calle deteniéndose en la bolsa de papel, que dormía el sueño de los indiferentes en la capota del auto. Es un revólver, me dije, un calibre 38 de reglamento. Podía oler un arma de fuego mejor que la fragancia de las docenas de rosas que desde un helicóptero eran lanzadas a la multitud congregada para los rituales de Viernes Santo; o que el olor de la mejorana, la ruda, menta y jengibre que mi madre sembraba para calmar sus dolores físicos porque los del alma sólo yo podía aliviarlos, dejando la heroína.

Crucé la calle, tomé la bolsa con el revólver, estaba en el ensayo final de este poco morir a diario. Tropecé con la mirada de mi hermano mayor que sabiendo de la malicia que siempre me acompañaba, me dijo,
 
__Dame ese cañón acá y no te pongas a inventar. Debe ser de Ignacio el hijo de José, debe haberlo olvidado cuando estaba lavando el carro.
Llamámos a Ignacio pero nuestra gestión fue infructuosa, ya se había marchado a su trabajo en la escolta del ex gobernador Vilella. Jamás lo haría sin su revólver, no era de él.
___Anoche soñé, continuó mi hermano, que el reloj de la alcaldía marcaba un minuto para las 12:00. ¡No sé qué carajos quiere decir pero lo menos que necesitamos es que te lleves ese cañón sin saber de quién es!
 Habíamos tenido la misma visión, las señales del Universo eran claras, ¡debía y tenía que partir!
__Lo voy a vender y a buscarme par de pesos con él, le expresé.
Mi escueta explicación tenía sentido para mi hermano. Los adictos todo lo venden y por el arma me darían algunos $100 en el punto de drogas. Me marché sin el valor de escrutarme en los ojos de tristeza de mi madre y con las palabras de mi hermano que decía,
 
 
___Cuando lo vendas cabrón me das parte de los chavos y no vayas a cagarla cogiéndote un pinche asaltando con el cañón ese.
 
Mi apartamento quedaba a menos de un cuarto de milla de la casa de mi vieja. El trayecto se hizo eterno, caminaba dentro de un laberinto tan obscuro como el útero por el que vine a la vida. El espiral ilusorio donde creemos nos arrastra el tiempo se había detenido. Los colores habían desaparecido del pueblo. Todo estaba teñido de tonos grisáceos y desteñidos. Era como estar en uno de mis habituales viajes de heroína donde el tiempo lineal no existe y presente, pasado y futuro se diluyen en el alma como uno solo.
 
La voz de mi esposa quebró la burbuja cuántica en la que me encontraba, esparciendo sus cristales por toda la sala.
 
__Tan temprano en la calle y visitando altares ajenos, me increpó, dónde estabas metido.
 
__Voy a matarme muy tranquilo en mi cuarto, riposté, así que aunque sea por una vez, deja de joderme y no discutas.
No discutió y en lo que sería su último acto de amor para conmigo se abalanzó sobre el revólver... forcejeamos en medio de un,
 
___¡No hagas esto carajo por lo más que quieras, por tu hijo!

No escuché la detonación, sólo el ardiente pedazo de metal alojarse en mi cabeza, un zumbido agudo en mis oídos  y pude ver: mi graduación de primer grado, mi primer beso bajo los pinos del parque, mi primera noche de sexo, mi primer canasto en un juego de baloncesto, mi primer acto de desamor, mi vida completa en detalles en una milésima de segundo. Viajando hacia  el vórtice del origen de todo lo creado, en la negra luz de las estrellas que se apagan.

Abrí unos párpados que no eran los míos. Un helicóptero lanzaba cientos de rosas sobre los devotos que de todos los barrios se congregaban en la plaza pública para las celebraciones de Viernes Santo. El aire era dulce y limpio, olía a rosas y frutas, el cielo, del color de una mirada de amor.
 
Un monaguillo sostenía una pelea con otros chicos,
___¡Se los dije cabrones, conmigo tienen que joderse!
Una hermosa mulata de henchido busto y piernas bien torneadas se confesaba después de un pleito por novios y,
 ___Padre no fue mi culpa es que esta Sylvia es una puta y un cohete.
Yo, vestido de blanco, apenas tenía 5 años. El latín que fluía a borbotones de los labios del Padre Belló me parecía cómico e incomprensible.
__Magnifícat anima mea Dóminum et exsutávit spíritus meus in Deo salutári meo. Quia repéxit humilitátem ancíllæ suæ: ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes, quia fecit mihi magna qui potens est: et santum nomen ejus, et misericórdia ejus a progénies timéntibus eum.
 
Caminaba de la mano de mi tío hacia el carrusel, el corazón inocente, límpido y palpitante de alegría. Ajeno a la conversación de Julián y su amigo sobre el suicidio de unos de sus vecinos.
____Creo que se mató con el revólver del guardia penal que se estaba mudando frente a su mamá.
 
Mientras las doce campanadas en el reloj del ayuntamiento ahogaban el tumulto de voces en la plaza y anunciaban el inicio de una nueva tarde y un nuevo ensayo.
 
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El Pagano
 
 
Cumplo hoy 2,500 años, he estado muerto por la misma cantidad de años. Mi lugar de nacimiento fue Atenas; mi tumba no está muy lejos de la de los filósofos Jenofonte  y Platón, matizada por una vista de la blanca gloria de Atenas y las cristalinas aguas del mar Egeo.
 
Después de dormir en mi tumba por miles de años desperté súbitamente en otro cuerpo  y mirando con unos ojos que no recuerdo fuesen los míos.  No puedo decir,  ni entiendo cómo o por qué, fui transportado por una fuerza fuera de mi control a este nuevo día, esta nueva ciudad y esta nueva oportunidad de vida.
 
Llegué al amanecer cuando el cielo estaba aún somnoliento y aletargado. Mientras me acerco a la ciudad puedo escuchar la metálica voz de unas campanas y más tarde las calles se llenan de personas bien vestidas que en grupos familiares se dirigen hacia algún lugar.  Evidentemente no van a sus trabajos, ya que sus niños les acompañan y visten con sus mejores ropas, una expresión placentera ilumina sus rostros.
 
 ___Este debe ser un día de festival y veneración de alguno de sus dioses, murmuré a mí mismo.  Un caballero vestido elegantemente en un traje negro, sonriendo, me extiende su mano con cordialidad. Debió haber inferido por mi vestimenta que era un forastero y quiso mostrar su hospitalidad.  Estreché su mano en agradecimiento, nuestras miradas se entrecruzaron por fracción de segundos.
 
De alguna manera entendió mi confusión y la curiosidad de mi mirada recorriendo el entorno, por lo que decidió iluminarme.  Me explica lo del sonar de campanas y la multitud moviéndose por las calles. Era domingo,  domingo antes de Navidad, las personas se dirigían a la ''Casa de Dios''.
 
 ___Me imagino que usted también irá allá, le dije a mi amigable interlocutor.
 
 ___Por supuesto, me contestó, soy el que conduce el acto de adoración, soy un sacerdote.
 
 ___¿Un sacerdote de Apolo?, le pregunté.
 
 ___¡No, no!, respondió, levantando su mano como diciéndome que guardara silencio.
 
__ Apolo no es un Dios, Apolo era solamente un ídolo.
 
 ___Un ídolo, susurré, habiendo sido tomado por sorpresa.
 
 ___Percibo que es usted griego, y los griegos, continuó explicando, independientemente de sus logros intelectuales, en las artes, filosofía y matemáticas eran personas muy idólatras.
 
 ___ Adoraban Dioses que no existían. Construían templos para divinidades los cuales eran solamente nombres vacíos, nombres huecos. Apolo y Atenea y el resto del panteón griego eran invenciones fruto de la fantasía.
 
 ___Pero los griegos amaban a sus Dioses, protesté con el corazón palpitante en mi pecho.
 
 ___No eran Dioses, eran ídolos y la diferencia entre Dios y un ídolo es esta; Dios es un ser vivo, un ídolo es una cosa. Cuando no puedes probar la existencia de tu Dios, cuando nunca lo has visto, no has escuchado su voz o lo has tocado, cuando no tienes pruebas fehacientes, tangibles, lo más probable es que sea un ídolo.
 
 ___¿Has visto a Apolo, lo has escuchado, le has tocado?
 
 ___No, le dije en un susurro
 
 ___Conoces a alguien que haya podido, preguntó.
 
Tuve que admitir que no.
 
___Era un ídolo entonces, no era un Dios.
 
 ___Pero muchos de nosotros los griegos, hemos sentido y palpado a Apolo en nuestros corazones y hemos sido inspirados por él, expresé con vehemencia.
 
 ___Ustedes  han imaginado todo eso, replico el clérigo, si de verdad fuera  divino estaría vivo en estos días.
 
 ___¿Está entonces muerto?, pregunté.
 
___Él nunca vivió; y por los últimos 2,000 años sus templos son sólo un montón de ruinas.
 
 Lloré amargamente al escuchar que Apolo, el dios de la música y la luz, no existía, que sus templos estaban hechos ruinas y que el fuego en su altar estaba extinto; enjugando mis lágrimas, dije:
 
 ___Oh, pero nuestros dioses eran hermosos y justos, nuestra religión rica y pintoresca. La benevolencia y amparo de nuestros dioses y religión nos hizo  una nación de poetas, oradores, artistas, guerreros, filósofos y pensadores.  Hizo de Atenas una ciudad de luz; creadora de la belleza, la verdad, lo bueno.
 
___!Sí, nuestra religión era de origen divino!, expresé con firmeza.
 
___Sólo tenía una falla, interrumpió el clérigo.
 
 ___¿Cuál era ?, le inquirí sin saber cuál sería la respuesta.
 
 ___¡No era verdadera!, lapidariamente expresó.
 
 ___Pero, yo sigo creyendo en Apolo, exclamé; sé que está vivo.
 
 ___Pruébemelo, me dijo; luego haciendo una pausa.
 
 ___Si puedes presentarlo aquí por sólo unos instantes, todos nos arrodillaremos y le adoraremos. Traiga Apolo aquí y él será nuestro Dios.
 
 ___¡Que lo traiga aquí! me dije a mí mismo. ¡Qué blasfemia!
 
 Entonces con el corazón ardoroso, le expliqué al sacerdote como en más de una ocasión había sentido la radiante presencia de Apolo en mi corazón y le conté de las inmortales palabras de Homero concernientes a la divinidad de Apolo.
 
 ___ ¿Duda Ud. de Homero, Homero el bardo inspirado.  Homero, cuyo pozo de tinta e ideas era tan grande como el mar, cuyas páginas escritas resistieron los embates del tiempo y que cada palabra suya era como gotas de luz y sabiduría?
 
Entonces procedí a citarle trozos de la Ilíada, la Biblia Griega venerada por todos los Helénicos como el más raro manuscrito escrito sobre la relación de Dios con el hombre.
 
Le cité la descripción que Homero hace sobre Apolo, en la que su lira es mucho más que música y sus palabras y discursos más dulces que la miel.  Le recité como su madre fue de pueblo en pueblo buscando un lugar valioso para el nacimiento del joven Dios, hijo de Zeus, El Ser Supremo y cómo nació y fue cuidado y alimentado por las Diosas con ambrosía.
 
Luego le recité las líneas donde recrean a Apolo con su aura de luz saltando de la cuna, abriendo sus alas como un cisne y declarando a los mortales que ha venido a anunciarles el deseo y mandato de Dios.
 
 ___Es imposible, le expresé, que todo esto sea pura fabricación, una fantasía del cerebro, tan insustancial como el aire. No, no, Apolo no es un ídolo. Él es Dios, es el hijo de un Dios. Todo el mundo Helénico sea testigo que lo que digo es la verdad. 
 
Miré al sacerdote para ver qué impresión le causó este exabrupto de sincero entusiasmo.  Vi una fría sonrisa en sus labios que me hirió hasta lo más profundo del corazón.  Entendí la ironía de su sonrisa queriéndome decir:
 
 ___Tú, pobre y confundido pagano!  No eres lo suficientemente inteligente para entender que Homero era un mortal después de todo, y que estaba escribiendo una obra, un drama en el cual los Dioses eran de su manufactura, que estos Dioses sólo existían en su imaginación y que estos Dioses estaban tan muertos como el poeta mismo.
 
En esos instantes ya habíamos llegado a la entrada de un gran edificio.   El sacerdote volvió hablar diciendo,
 
___ ¡Esta es la Casa de Dios!
 
Mientras entraba pude observar innumerables y pequeñas luces que fulguraban y titilaban en el espacioso interior. Había pinturas, altares e imágenes en derredor. El aire estaba cargado de incienso y un puñado de hombres en vestiduras ricas y ostentosas  se arrodillaban y reverenciaban las numerosas luces e imágenes.
 
La audiencia estaba de rodillas, inmersos en un solemne y compacto  silencio.   Silencio que comenzó a preocuparme. Viendo mi ansiedad por entender el significado de todo aquello, mi guía en aquel extraño lugar me dijo al oído que los congregados celebraban el aniversario del nacimiento de su hermoso Salvador, Jesús el Hijo de Dios.
 
 ___Lo mismo era Apolo, el Hijo de Dios, le repliqué, pensando quizás que de alguna forma dada las similitudes podíamos llegar a un acuerdo.
 
 ___Olvídese de Apolo, sentenció con tono autoritario en su voz. La tal persona no existe, era solamente un ídolo. Si vas en busca de Apolo por todo el universo nunca encontrarás a nadie contestando por ese nombre o descripción.
 
Y resumió, ___Jesús es el Hijo de Dios, vino a la Tierra y nació de una virgen pura, llamada María.
 
Nuevamente estuve tentado de expresarle al sacerdote que de esta misma manera fue que Apolo se encarnó; pero tuve que contenerme.
 
 ___Jesús creció hasta convertirse en hombre, continuó el sacerdote; realizando maravillas, milagros y portentos, caminando por encima las aguas, devolviendo la vista y el habla a ciegos y sordomudos, convirtiendo el agua en vino, alimentando multitudes, profetizando eventos futuros y resucitando muertos.
 
 
 ___Por supuesto, de sus dioses también se dice que realizaban milagros y que sus oráculos podían prever eventos futuros pero hay una diferencia, los eventos relatados acerca de tus Dioses son una ficción lo que se dice de Jesús son hechos  y la diferencia entre Paganismo y Cristianismo es la diferencia entre la ficción y los hechos.
 
Entonces escuché una ola de murmullos, como cuando crujen las hojas en el bosque. Cambié la vista hacia la multitud arrodillada, mi curiosidad griega me empujaba hacia donde se ubicaban los candelabros fulgurantes y de mayor tamaño. Sentí que la conmoción que arropaba el edificio era el anuncio de que el Dios Jesús estaba a punto de hacer su aparición, y yo quería verle, tocarle o como la multitud era tan grande y ese privilegio tal vez me sería negado, al menos quería oírle.
 
Yo, el pagano griego, que nunca había visto a un Dios, que nunca había tocado uno, que nunca había escuchado uno hablar, Yo, que había creído en Apolo sin saber tal vez nada tangible y fehaciente acerca de él. Yo, el pagano quería ver al Dios real, Jesús. Pero mi guía en aquel lugar, el sacerdote, puso su mano sobre mi hombro y me detuvo.
 
 ___Quiero ver a Jesús le dije muy quedamente volviéndome hacia él. Le dije esto muy reverentemente y de buena fe. ¿No estará Jesús aquí esta mañana, no le hablara a sus adoradores?, le pregunte nuevamente.
 
___¿Permitirá él que le toquen, inhalarán la ambrosía fragancia de su aliento, se miraran en el fulgor centelleante de sus ojos, dejará que sus seguidores escuchen la música de su inmaculado verbo?
 
 ___Permítame por favor, ver a Jesús yo también.
 
___Ud. no podrá verle, contestó el sacerdote con un dejo amargo y embarazoso en su voz, él ya no se presenta más a sus adoradores.
 
 Estaba absorto y sorprendido como para dar una contestación inmediata.
 
 ___Por los pasados 2,000 años, el sacerdote continuó, no le ha placido a Jesús presentársele a nadie, tampoco se ha escuchado su voz por la misma cantidad de años.
 
 __ ¿Por 2,000 años nadie ha visto o escuchado a Jesús?, pregunte,  con mis ojos llenos de maravilla y mi voz temblorosa de asombro.
 
 ___No, me contestó, mientras su voz se fue apagando al igual que su entusiasmo inicial.
 
___¿No hace este comportamiento a Jesús un ídolo como Apolo?, me aventuré impacientemente preguntar.
 
___¿Y no están todas esas personas de rodillas ante un Dios cuya existencia les impone la misma obscuridad que a los griegos les imponía Apolo el Justo y que de cuyo pasado sólo tienen rumores como los reportaba Homero de los dioses Olímpicos, no son estas personas tan idolatras como los Atenienses?
 
 
 ___¿Qué me diría Ud. si yo le reclamase ver a Jesús, que usted. lo trajera delante de mi presencia como usted, pidió que yo presentase a Apolo?
 
 
 
 ___Cuál es la diferencia entre una ceremonia en honor Apolo y una en honor a Jesús, cuando es imposible proveer evidencia ocular o tangible de uno u otro. Si Jesús está vivo y es Dios y Apolo muerto y es un ídolo, cuál es la evidencia, si uno es tan invisible e inaccesible como el otro. Y, si la fe produce que Jesús es Dios porque la fe en Apolo no puede hacerlo Dios.
 
 
__Pero si el adorar a Jesús que por los últimos 2,000 años nadie le ha visto, tocado, o escuchado, si el construirle templos, quemar incienso en sus altares, arrodillarse ante sus imágenes y llamarle Dios no es idolatría, tampoco es idolatría encender fuego en los brillantes altares del griego Apolo, ¡Dios del amanecer, maestro de la lira encantada, el del arco y flechas de fuego!
 
El sacerdote continúo mordiendo trozos de silencio ante mi apasionada alocución, parecería que algún rayo procedente del Olimpo lo hubiese fulminado.  Me tildaba de adorar un dios procedente de un fuego fatuo, pero él no podía defender el suyo.
 
___No estoy negando, le dije, que Jesús alguna vez vivió.  Él puede haber estado vivo 2,000 años atrás, pero si no se le ha escuchado desde entonces, si lo mismo ha pasado con las personas que eran sus contemporáneos, esto es que están muertos, él también lo está y su religión lleva estampada el sello de la idolatría.
 
Antes de marcharme  del lugar y recordando lo que el sacerdote dijo de la mitología griega, que era bella, exquisita  pero no verdadera, le expresé:
 
___Sus templos son en verdad hermosos y opulentos, la música en los altares angelical, la liturgia exquisita, las flores, las campanas, los cálices de oro todo de un excelso gusto.  
 
__Me atrevería decir que sus dogmas en ocasiones son convincentes, sus predicadores elocuentes, pero la religión que usted profesa, tiene tan sólo una falta...
 
___¡No es mucho mejor que la mía!
 
 
 
Maestro
 
Era agosto de 1976; abandoné la tertulia debajo del palo de mangó así como el ‘serrucho’ para la compra del FULL QUART de DON Q.  También me recorte el Afro que tenía y dejé de fumar Newports mentolados entre muchas otras cosas.  
Con el sol a punto de encenderse sobre los tejados, camino calle abajo con algo de nervios en el estómago.  Una chica (de la que estaba enamorado) me detiene para preguntarme.
______¿Para dónde vas, tan bien vestido?
Refiriéndose a la camisa Van Heusen y la corbata negra que llevaba, incongruencia y paradoja por estar en pleno verano en la Costa Este.
_____Voy al trabajo en una de las escuelas de Río Blanco.
_____¡Eres maestro acaso, tienes cara de muchas cosas, menos de maestro! me dice la muchacha con algo de sorna y sonriendo.
No podía creer que fuera maestro. Para ella yo sólo era otro de los ‘títeres’ que bebía ron debajo del bendito palo de mangó  frente a la Casa de los Arzón y le decía cosas cuando pasaba.  Era mi primer día de trabajo, tenía 22 años cumplidos.
 
El sol en los tejados sigue encendiendo hojas en el almanaque, quemando horas y minutos en el reloj,  rayando grietas  en mis sienes.   
Es agosto de 2007 (31 años después), salgo al balcón con una taza de café bastante cargado y me siento a observar los autos de mis ex compañeros pasar hacia sus trabajos.  No hay chica alguna de la que esté enamorado (incluso vivo solo), ya no utilizo corbata o camisas de manga larga, sigo sin fumar, no bebo Don Q, y tengo bastantes canas.  Ahora son 53 inviernos, ya no hay posibilidad de primaveras.
Es el primer día del resto de mi vida sin trabajar en la docencia: no hay nostalgias, sentimientos encontrados o tristezas en mi espíritu.  Es una recién estrenada y extraña sensación, me encamino hacia una nueva aventura.  Estoy ansioso de comenzar esta nueva parte de mi leyenda personal.
Sólo puedo añadir que me fascinaba lo que hacía, el reto de poder transmitir conocimientos, ayudar en algo al bienestar de la Patria, encausar de manera positiva ese torrente de energía tan particular en la juventud.
Despierto al 2017, cuatro décadas han transcurrido. Soy ciudadano de la tercera edad,  irreverente por demás (rompí, con todos los paradigmas e ideas que me fueron enseñados) me deleito en la lectura y en la escritura, poseo todavía  buen sentido del humor.  Camino por esto que nos hemos dado a la tarea en  llamar vida con clara consciencia de quién soy. 
El  mismo sol de 14,600 ocasos muere sobre los tejados y aún… sigo siendo MAESTRO.
 
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Etimología del vocablo ANFITRIÓN
La palabrita nos viene como muchas otras del griego ‘ANPHYTRYON’.  Después de descomponerla en lexemas nos da AMPHI= de uno o del otro lado y TRYO= desgastar por frotamiento, consumir.
Dice la leyenda, que el Rey Anfitrión de Tirinto acampaba cerca de su ciudad por una guerra que sostenía contra los teléobas.  El Dios Zeus, se enamora perdidamente de su esposa Alcmena, así que toma la forma de Anfitrión y se presenta en Palacio como si fuera el Rey ausente. Pasa Zeus toda la noche con Alcmena y se marcha en la madrugada. 
Ese mismo día aparece el verdadero Anfitrión y al ver el recibimiento un tanto frío de su esposa después de tanto tiempo en campaña bélica, comienza a sospechar de la infidelidad.  Decide matarla, quemándola en una hoguera, entonces Zeus interviene y explica que ha sido él, quien se ha acostado con Alcmena.  Entonces, Anfitrión se siente halagado de haber recibido al dios en su casa, y le indica que las puertas de su hogar estaban abiertas para el dios cuantas veces deseara.
De ahí que se le llame “anfitrión” a todo aquel que abre su hogar y comparte lo suyo con los invitados.
 
La próxima ocasión que alguien le diga que usted ha sido un gran ANFITRIÓN, sin pensarlo mucho mándelo al CARAJO jajajajajajaja.
 
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Me desperecé a la llamada hora mala; hora en la que suelen abrirse toda clase de portales dimensionales y criaturas del Bajo Astral hacen su manifestación en la solidez tridimensional de nuestro plano; eran la 3:00 AM.  Cabe señalar que nací a esa hora.  La sala está repleta de agua, llueve como si pedazos de la cúpula  o firmamento  cayeran sobre el tejado y la puerta de metal y cristal.  Trato de aliviar el problema del agua que sigue entrando por debajo de la puerta presionando algunas bolsas plásticas; busco el trapeador pero no tengo cubo alguno y decido utilizar el zafacón de desperdicios sólidos. 
 
Transpiro copiosamente por el esfuerzo y añado algunas toallas que parecen ayudar en algo.  Un viento demente y torcido comienza a aullar adentrándose en la vegetación y una metálica cacofonía en los techos y estructuras se apodera de la madrugada que mercadea, muerte, desolación y devastación.
 
Apenas recién llegado a este plano, me tropiezo con Santa Clara en 1956, no debo recordarlo a tan corta edad, pero estas cosas siempre permanecen indelebles en nuestra memoria.  Los huracanes son como la primera borrachera, el primer beso, o el primer triunfo deportivo o académico, que sin importar los años transcurridos, jamás se olvidan.  
 
Mi tío salió fuera de la casa para proteger y poner a buen recaudo algunas aves de corral y yo que le gritaba “Julián no te tires que te mata la tormenta” Nos rescataron de nuestra vivienda alquilada en la Calle Corchado en lo que parecía un vehículo militar tipo Jeep, rumbo a la Casa Alcaldía.  Abrieron las puertas para recibirnos y precisó de alrededor de diez hombres para cerrarla.  Aún puedo sentir en mi paladar, el dulce jugo de pera, que mi madre me sirvió en una botella; aún visualizo los centenarios robles de la plaza, haciendo genuflexiones y rindiendo pleitesías a la Santa.
 
Miedo no tengo; sólo me da miedo el no tener miedo por lo que pueda pasarme.  Necesito, de ese imperioso aluvión de urgencia y adrenalina para poder reaccionar a lo imprevisto pero tengo sesenta y tres.  La senectud es algo terrible al igual que la infancia a la hora de responder ante estos eventos; todo transcurre en cámara lenta como si uno no fuese parte de la escena y fuera alejado espectador en la sala de algún cine.  Tengo unas náuseas que me parecen venir de siglos por no saber de los míos.  Doy al asunto una explicación más visceral, medito en que debe ser falta de cafeína; así que dentro de las circunstancias preparo una cacerola de café bien cargado y apuro una taza hasta el final, son las 5:30AM
 
La ventisca sigue asomándose dentro de los techos de zinc y los levanta para ver en su interior: uno, dos, tres, cuatro, cinco, un millón, en este macabro conteo la brisa huracanada continúa atisbando dentro de las humildes viviendas despedazándolas.   La casita de herramientas que tengo en el patio sale disparada como misil, un pasillo de viento presurizado raspa toda la pintura del balcón, los pedazos quedan como veletas a merced del viento, el techo del vecino también revienta con todo y anclajes.
 
Son casi las 7:00 AM y la pregunta obligada es, ¿Cuándo dejará esta maldita bruja de bailar su aquelarre sobre mi techo?  Ya a esta hora uno comienza a meditar sobre la fugacidad de nuestra humana existencia y la pavorosa fragilidad ante la insondable fuerza de la naturaleza. La caótica danza arrecia sobre palmeras y árboles que van perdiendo todos y cada uno de sus miembros, la montaña vierte la bilis de sus aguas sobre los valles, arrastrando todo a su paso. La marejada expulsa con inusitada furia a la fauna del mar que se ahoga irremediablemente en las arenas.
 
Una calma pastosa, espesa y densa que puede cortarse tal vez con un cuchillo de mesa comienza aflorar.  Hay miles de historias que contar, con sus correspondientes héroes y víctimas; son las 9:00PM, casi 18 horas después.  Un cuartel de la policía con todos los miembros de la fuerza castrense a punto de ahogarse y el único que sabía nadar alargándoles una soga, mujeres enseñando la vergüenza de su desnudez corriendo calle abajo buscando refugio, un jovencito que pregunta quién sabe cocinar para muchos porque aquello es un hospital y tienen hambre, una mujer que muere en su cama sin posibilidad alguna de ser rescatada, dos ancianos de más de setenta en un techo y su hijo desesperado y descompuesto llamando a la única emisora de radio que permanece incólume después de veinticuatro horas en este predicamento. 
 
La gente tiene su muerto de casi dos días aún en la cama y no puede llevarlo a funeraria alguna; ¡y ahora sí te llenas de terror!, vives dentro de una película de Hitchcock o Bela Lugosi.
 
Es el Deja Vu de cuanto tenía casi tres, el Deja Vu a los treintiseis, el Deja Vu a los cuarentitantos y a los sesentitrés.  Todos se mostrarán solidarios, con empatía para con los demás, serán amables, solidarios, se practicará la hermandad y la unidad como pueblo, nuevamente conversaremos sin tener un artilugio tecnológico distrayéndonos.
 
¡Gracias a Dios, nos salvamos, Él sabe todas las cosas, hemos nuevamente vencido en su Nombre, la falta de agua, luz, vivienda y el estar en la más abyecta de las incomunicaciones no importa!  Demasiado estoicismo dogmático para mi muy peculiar gusto y manera de ver la vida.
 
Me disculpan, me encabronan las deidades extracorpóreas que se hacen de la vista larga ante tanta miseria y devastación.  Pueden darme explicaciones filosóficas o agarrarse de los sofismos teológicos y de fe o simplemente repetir lo que el paradigma nos ha enseñado, pero no, nada puede suavizar o maquillar lo ocurrido en este evento.
 
También aparecerán los saqueadores, los lumpen, la ralea y canalla de siempre, que desde la plataforma de la marginalidad y el abandono del status quo se comportarán  como animales, con la excusa baladí que “son de abajo”.  Se dirá que el huracán nos trató a todos por igual, una mentira propagandística, porque sabemos que para los pobres esta devastación es cuatro veces mayor que para el rico. 
 
Pero nada de eso permanecerá por tiempo prolongado. Cuando retomemos la anormalidad de lo cotidiano: de los sueños de abanico de techo y Plaza las Américas, de los celulares, internet, el Face Book, FEMA y las Tres Tristes Tribus, olvidaremos el desastre que por algunos meses nos unió.  Porque sólo estamos vivos cuando andamos desnudos y sin nada, parece ser que sólo estamos vivos y sensibles cuando caminamos entre hierros retorcidos, pedazos de madera tratada y textiles remojados, pero de alguna manera todos estamos muertos (con dolores de vivo) cuando la modernidad, la zona de confort y la tecnología nos devuelven a la trivialidad y lo banal de la ciudad. 
 
Los huracanes son eventos sangrientos y extraños, cajas de Pandora en las que lo peor o mejor del ser humano sale a relucir.   Y cuanto más se acerca el momento de metamorfosis, en que la experiencia llamada Luis se transforme  en la realidad de la consciencia infinita que soy, no dejo de maravillarme por todo lo que debemos pasar en este bendito plano; lo que llamamos vida es una escuela de dolor.  
 
Eso incluye enormes filas de doce horas para comprar combustible, hielo y comida y tu carro tiene el olor de la antigua estufa de gas kerosén de la abuela Cristina; y en adelante ese es tu perfume.
 
 
 
 
La canción de Felipe
La canción de Felipe Rodríguez, parecía ser el himno que enlazaba las vidas de los amigos de botella congregados en el Turulecos Bar, la misma era una metáfora que describía con precision de reloj suizo la vida de borracheras y libertinaje en los corazones de los allí reunidos. ‘’Que nadie me critique mi vida de bohemio, nadie sabe la pena que me ahoga el corazón, que sé que soy un cobarde yo mismo lo comprendo, un hombre nunca debe perderse en el licor pero es que estoy tan triste…’’. Ser diferente, es ser hombre, reza una máxima que aprendí hace mucho no sé de quién... no debemos ser un faxcimil razonable de nadie. No había mucha diferencia entre mis vecinos en la Quiñones en cuanto a actitudes, todos parecían sacados de una canción de Davilita o Felipe. Se abotonaban la camisa en la calle, dejando un rastro de Aqua Velva y Old Spice flotando en el aire, peleaban con los marinos norteamericanos hospedados en las casas de hospedaje aledañas, y mientras mas hembras coleccionaban debajo del zipper, más hombres se sentían. Se bebían hasta las lágrimas y que ninguna de sus esposas , amantes, madres o novias se les ocurriese criticar sus vidas licenciosas, ausentes de responsabilidades y repletas de goces y deleites carnales… ‘’’que nadie me critique mi vida de bohemio’’.
 
Las melodias en la vellonera del Turulecos se amalgamaban con los sonidos cotidianos de la calle; la gritería de los preadolescentes jugando pelota en la calle con el palo de escoba y la pelota hecha de esparadrapos, la banda de rock de Jorge el Bocú ensayando una de las canciones de Three Dog Night, el trombón y la trompeta de los Caculos. En aquella neurosis y torbellino de ruidos, voces y música la discusion entre el hombre y la mujer de la casa de madera y amplio balcón frente al Turulecos pasaba desapercibida para todos.
 
____¡ Estoy cansada de esta mierda de ser corteja, de esperar a que llegues cuando se te pegue en gana! ¡De lavarte, plancharte, servirte de mujer a cambio de 2 horas de presencia cuando se te parece, voy a dejarte , voy a dejarte
! Las palabras de la mujer flaca y desgarbada, desgastada hasta el hueso por los innumerables embarazos sonaban firmes y finales.
 
El maestro, bajo de estatura, cabello castaño claro, con la firmeza que brinda la brillantina Alka y una calvicie apenas comenzando,vociferaba la expresión que se aplica a estos casos cuando una mujer pretende dejar a un hombre
.
___ No vas a dejarme cabrona, ¡ primero te mato y después me mato yo!
 
En el Turulecos otra canción de Felipe se dejaba escuchar, ‘’Aturdido y abrumado, por la duda de los celos, se ve triste en la cantina a un bohemio ya sin fe, con los nervios destrozados y llorando sin remedio….’’ Las risotadas, las palabrotas y la estridencia del bar se apagaron al estrellarse un San Martín de Porres en la acera frente al bar. El santo defensor de las causas de los negros quedó hecho añicos, tienen que haber santos negros por que si no, quién defiende a los negros…el Almanaque Bristol está lleno de santos blancos que apenas si escuchan a los de su raza… mucho menos a los mulatos y negros.
 
Las miradas aguardientosas y aturdidas se desviaron hasta el el balcón de la casa frente al negocio. No se veían personas en la vivienda pero se escuchaban con claridad los golpes del cuartón 2x4 que se utilizaba para asegurar la puerta, haciendo añicos lo que había en el inmueble. El televisor Curtis Mathis salió volando puerta afuera y una mujer con el rostro y el cuerpo bañado en sangre intentó salir de la vivienda. Una mano retorció su cabello con violencia haciéndola desaparecer de la vista de todos.
 
_____ No hay que meterse en esa jodedera, dijo uno de los guapos del cafetín, Eso es entre marido y mujer, además ese pendejo no mata a nadie.
 
No todos estuvieron de acuerdo , Tingo Cloche decidió ir en auxilio de la infortunada, tenía un karma bastante espeso con aquella mujer que maltrataban. A escasas 2 semanas para celebrar su boda con la hija de Hilario Delgado, a Tingo se le había ocurrido ponerse a practicar los rudimentos de la pasión con la hija mayor de la mujer que el maestro pretendía matar. La muchacha era menor de edad y en aquella época se rumoraba que casarían a Tingo con la adolescente. No fue hasta el día antes de la boda que Hilario Delgado apareció machete en mano raspándo el mismo sobre la brea humeante de la calle Quiñones, jurando que enviaría a Tingo derechito al seno de Abraham a jugar dominó y barajas con San Pedro si no cumplía con su hija.
 
Le debía esa a su casi suegra, hechó carrera hacía la casa del pleito, no se sabe si por razones de conciencia, por los tragos de Ron Llave, o por lo que fuera. No habían pasado 30 segundos cuando Tingo abandonó la casa con un ojo morado y 2 dientes menos.
____ ¡Que se joda la puta esta, debe ser por cuernos, ese hombre está hecho un diablo allá dentro!
La cosa se ponía fea, el hombre ultimaría a la mujer si alguien no intervenía . Ulpiano Maldonado, un levantador de pesas y luchador part time y al que le gustaba la pelea más que la comida, entró en escena, delante de él ningún pendejo come libros mataría una mujer.
 
___¡ Cómo era posible que con tanto macho come fuego y de pelo en pecho en el bar y que nadie se atreviese a meterle mano al maestrito que apenas pesaba 150 libras! Ulpiano estaba a punto de entender con meridiana claridad el texto biblíco que dice ‘’ ese género no sale si no es con oración y ayuno’’
 
Ya todo el mundo estaba arremolinado frente a la vivienda, el guapo decide encarar al maestro y se encamina hacia la casa. Una nevera aterriza a escasas pulgadas de las botas de Ulpiano lo que le hace pensar mejor las cosas. No hay que entender mucho de leyes de física para reconocer la improbabilidad de que un hombre poco corpulento levante un refrigerador y lo lanze por encima de un balcón… a menos que estuviese poseido por alguna entidad impura como el endemoniado Gadareno. Ulpiano dió media vuelta y musitó, ‘’en verdad este hijo de puta está poseido por el gobernador de Satania… sabía muy bien que su bench press de 400 libras en nada le ayudaría en ese predicamento.
 
Los guapos de barrio se limitaron a contemplar la escena de la mujer ensangrentada luchando como una fiera con el hombre que amenazaba acabar con su vida…nadie se atrevió a mover un dedo. El forcejeo continuó hasta que la mujer quedó inerte sobre el balcón teñido de rojo y repleto de vidrios rotos. El ya convertido en criminal, sudoroso y desencajado abandonó la escena en su Nova del 69 como alma que lleva el Malo rumbo a Brazo Seco.
 
Después de todo no eran tan machos nada, de la canción de Felipe sólo recordaron la parte que dice …’’ que sé que soy un cobarde yo mismo lo comprendo’’. Para aliviar la carga de pecados y el karma que cubría sus almas, el Universo no permitió que la mujer muriera. Al maestro, las mismas fuerzas que le ayudaron a destrozar la casa, el San Martín de Porres, la cara y dientes de Tingo y la reputación de los guapos de cafetín , le aconsejaron que se envenenara. Su espíritu en esta hora debe exibir alguna tonalidad gris, perdido en algún plano oscuro y  desolación del bajo astral.
 
Una Iglesia del Movimiento Misionero Mundial ha sustituido la casa del incidente, del Turulecos sólo queda el piso de cemento y basura amontonada, los guapos han muerto todos salvo Ulpiano el cual en su senilidad cuenta que en ocasiones un viento gélido y arcaico se detiene en su ventana arrancándole del sueño y con voz fuerte le trae la melodía…’’que nadie me critique mi vida de bohemio, nadie sabe la pena que me ahoga el corazón.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
 
 
El Ensayo
 
Abrí mis párpados luego de cerrarlos en el mundo real, la noche me obsequió con el mejor de sus silencios, un silencio compacto y vidrioso que en mi vision onírica parecía una criatura tangible y con vida. El reloj del ayuntamiento posicionaba sus herrumbrosas manos en una línea recta, faltaba un minuto para las 12 de la madrugada. Era otro ensayo más de mi partida. cada viaje nocturno
cuando nuestro cordón de plata es lo único que nos ata al mundo físico, es un poco morir, un ensayo y preparación. La calle Muñoz Rivera estaba tapizada de cadáveres, me detuve dubitativo ante la escena; había niños que jamás vieron la madrugada desnudarse de azul, amas de casa con una absurda sonrisa de felicidad sabiéndose libres, obreros de la construcción que jamás terminaron su propia casa, meretrices sin un cofre donde depositar su amor, profesores que fracasaron en su intento de aleccionar la vida. Tuve la ligera sospecha que había vivido todas esas vidas y que ésta que aún latía con fuerza pronto se apagaría. Al otro extremo del ayuntamiento, un grupo de cristianos, según los dogmas adquiridos en la niñez me llamaban.
__ ¡Ven el tiempo se acaba, debes acompañarnos!
 
Me desperecé del estupor por la pesadilla y de mis divagaciones oníricas mientras caminaba hacia el cuarto de mi hijo de apenas un año. Vertí unas cuantas lagrimas amalgamadas con remordimientos y anudadas con la tristeza que hacía días me dificultaba la existencia. No podía expresarle mi amor como acostumbramos en este plano, estaba impedido de abrazarlo, besarlo o tocarlo. Hacía semanas que mi cuerpo exibía unas blancas ulceraciones que inexorables se extendían por toda mi anatomía. Eran los surcos de mi equivocado norte en el mundo de la heroína... vivir esperando el momento en que el ardoroso farmaco penetrara por virtud de la aguja en mis venas, jugueteando con mi autoestima, subyugando y esclavizando mi carruaje de carne. Sentir el artificioso olvido de las responsabilidades, en lo que sería un ensayo reiterativo de lo que pronto sería mi partida.
 
El médico del Fondo del Seguro pronunció la sentencia que en mis oídos tuvo el efecto de la explosión de los vientos huracanados que en julio comienzan a desforestar cruelmente el Yunque. Lepra... fue lo que escuché, una enfermedad bíblica, apocalíptica, anacrónica, que sólo ocurría en los textos del Nuevo y Antiguo Testamento. El más fulgurante tropo para mostrar lo que son los errores, o según nuestros esquemas religiosos, el pecado. La palaba trazó un invisible muro en derredor mío, estaba marginado por siempre del amor de los que me rodeaban, convertido en un paria en el espíritu y la carne La Parca comenzó a tener más importancia en mis adentros que la vida, después de todo la muerte es otra forma de vida. Es la vida real sin ataduras al sufrimiento en la carne, es libertad ante el dolor, las injusticias, la liberación de los pequeños actos de crueldad, que a diario practicamos con los que nos rodean. Besé a mi pequeño en el alma y decidí reinventarme de nuevo, encaminarme hacia la vida real, salir de ésta, donde todo se ve como por espejos...todo es sombra de lo que está por venir, sentenciaba San Pablo.
 
Me encaminé hacia la casa de mi anciana madre para darle un adiós solapado, sin explicaciones. Iba acompañado en el trayecto con el dictamen medico horadando y mordiendo mi espíritu como fiera hambrienta. El sol de la mañana era aún joven e iluminaba la página del día develando la reteiterativa escena de las flamélicas prostitutas de la calle Salsipuedes, los amigos de la jeringuilla pidiendo la peseta para su próxima cura, el olor a frituras y café recién colado en el bar de la dominicana de grandes y verdes ojos. Mi angustia volvió a retrotraer mi infancia...el Viernes Santo en el que Gamaliel el gato vestido de Cristo y con una cruz de bambú a cuestas era golpeado inmisericordemente por media docena de mozalbetes que hacían las de soldados romanos y él murmurando por lo bajo deja que se acabe esta procesión y veran la pendejá que vamos a tener cabrones. Tambien vino a mi, la pelea de Matildita con Sylvia la loca por un novio, el recuerdo de sus pechos jóvenes y llenos de estrógeno saltando de sus sostenes, cuando en la violencia de su trifulca quedaran ambas mostrando la verguenza de su desnudez y de paso alimentado en mi una adolescente y recién estrenada lujuria.
 
Me senté en el único escalón de la entrada a la casa techada de madera y zinc Aún tenía una plancha del techo fuera de lugar por el paso de uno de los incontables huracanes que pasan por nuestra región. Somos así en este bendito pueblo. Cargamos un desenfado por todo, cierta laxitud y resignación ante la adversidad... a la que los párrocos y fundamentalistas señalan en sus disertaciones de fin de semana, como la causa principal de nuestros males de espiritu. Mis ojos divagaron en el reverberante calor de la calle deteniéndose en la bolsa de papel, que dormía el sueño de los indiferentes en la capota del auto. Es un revólver, me dije, un calibre 38 de reglamento. Podía oler un arma de fuego mejor que la fragancia de las docenas de rosas que desde un helicoptero eran lanzadas a la multitud congregada para los rituales de Viernes Santo; o que el olor de la mejorana, la ruda , menta y gengibre que mi madre sembraba para calmar sus dolores físicos porque los del alma sólo yo podía aliviarlos ... dejando la heroína.
 
Crucé la calle, tomé la bolsa con el revólver, estaba en el ensayo final de este poco morir a diario. Tropecé con la mira de mi hermano mayor que sabiendo de la malicia que siempre me acompañaba, me dijo, dame ese cañon acá y no te pongas a inventar. Debe ser de Ignacio el hijo de José, debe haberlo olvidado cuando estaba lavando el carro. Llamámos a Ignacio pero nuestra gestion fue infructuosa, ya se había marchado a su trabajo en la escolta del ex gobernador Vilella, jamás lo haría sin su revólver, no era de él. Anoche soñé, continuó mi hermano, que el reloj de la alcaldía marcaba un minuto para las 12:00. ¡No sé qué carajos quiere decir pero lo menos que necesitamos es que te lleves ese cañón sin saber de quien es! Habíamos tenido la misma visión, las señales del Universo eran claras, debía y tenía que partir. Lo voy a vender y a buscarme par de pesos con él, le expresé. Mi escueta explicación tenía sentido para mi hermano. Los adictos todo lo venden y por el arma me darían algunos $100 en el punto de drogas. Me marché sin el valor de escrutarme en los ojos de tristeza de mi madre y con las palabras de mi hermano que decía, cuando lo vendas cabrón me das la mitad de los chavos y no vayas a cagarla cogiéndote un pinche asaltando con el cañón ese.
 
Mi apartamento quedaba a menos de un cuarto de milla de la casa de mi vieja. El trayecto se hizo eterno, caminaba dentro de un laberinto tan obscuro como el útero por el que vine a la vida. El espiral ilusorio donde creemos nos arrastra el tiempo se había detenido. Los colores habían desaparecido del pueblo. Todo estaba teñido de tonos grisáceos y desteñidos. Era como estar en uno de mis habituales viajes de heroína donde el tiempo lineal no existe y presente, pasado y futuro se diluyen en el alma como uno solo. La voz de mi esposa quebró la burbuja cuántica en la que me encontraba, esparciendo sus cristales por toda la sala. Tan temprano en la calle y visitando altares ajenos, me increpó, dónde estabas metido. Voy a matarme muy tranquilo en mi cuarto, riposté, así que aunque sea por una vez, deja de jodermeme y no discutas. No discutió y en lo que sería su último acto de amor para conmigo se abalanzó sobre el revólver... forcejeamos en medio de un, no hagas esto carajo por lo más que quieras.
 
No escuché la detonación, sólo el ardiente pedazo de metal alojarse en mi cabeza, un zumbido agudo en mis oídos y mi graduación de primer grado, mi primer beso bajo los pinos del parque, mi primera noche de sexo, mi primer canasto en un juego de basket, mi primer acto de desamor, mi vida completa en detalles en una milésima de segundo. Viajando hacia el origen de todo lo creado en la luz de las estrellas que se apagan.
 
Abrí unos párpados que no eran los mios. Un helicóptero lanzaba cientos de rosas sobre los devotos que de todos los barrios se congregaban en la plaza pública para las celebraciones de Viernes Santo. El aire era dulce y limpio, olía a rosas y frutas, el cielo, del color de una mirada de amor. Un monaguillo sostenía una pelea con otros chicos, se los dije cabrones conmigo tienen que joderse. Una hermosa mulata de henchido busto y piernas bien torneadas se confesaba después de un pleito por novios y padre no fue mi culpa es que esta Sylvia es una puta y una cheriona. Yo, vestido de blanco... apenas tenía 5 años...el latín que fluía borbotones de los labios del Padre Belló me parecía cómico e incomprensible. Caminaba de la mano de mi tío hacia el carrusel, el corazón inocente, límpido y palpitante de alegría. Ajeno a la conversación de Julián y su amigo sobre el suicidio de unos de sus vecinos. Creo que se mató con el revólver del guardia penal que se estaba mudando frente a su mamá. Mientras las doce campanadas en el reloj del ayuntamiento ahogaban el tumulto de voces en la plaza y anunciaban el inicio ... de un nuevo ensayo.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
 
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La muerte del reloj

 

 

Luego de la aparición del hombre sobre la faz de la tierra, este se dió a la tarea de definir e interpretar su paso y existencia por el planeta, por consiguiente tuvo la imperiosa necesidad de inventar el concepto ''tiempo''.

En los principios de la humanidad, el tiempo tal cual le conocemos no tenía valor alguno. Lo que llamamos tiempo se medía en ciclos o ritmos relacionados con los procesos de siembra y cosecha, por los solsticios y movimientos del sol. Para otros el tiempo era el aparente movimiento desde una línea recta sin desviarnos en otros pensamientos y consideraciones.

Con el advenimiento de la Cristiandad el tiempo toma forma geométrica con el nacimiento del hombre; trazando una línea recta que pasa por la muerte y trata de alcanzar una eternidad de estrellado paisaje cósmico e inmóvil, bastante distante y en ocasiones entendido como morada inalcanzable de Dios.

 

 

Independientemente de las definiciones filosóficas, el hombre se ha valido de algunos recursos y artificios tanto naturales como de su creación para definir y delinear su estancia en este plano de existencia. He aquí que surge el reloj, esa ingeniosa maravilla mecánica con sus piñones, engranajes, péndulos, campanas y resortes que nos permite medir nuestro paso por esta fisicalidad de tipo linear.

 

 

En el purgatorio verde del cañaveral, el tiempo transcurría con inusitada elasticidad, el mismo se traducía en esfuerzo, cúmulo de ácido láctico en nervios, tendones y músculos, esclavitud y sufrimiento. El negro Albornoz regresaba día tras día derrotado a su jacal, vestido de sudor, con el dolor del surco de la tierra en el alma; contemplando la repetida escena; los niños famélicos con el vientre abultado por los parásitos, la mujer ajada y desgastada por los innumerables embarazos. Una atmósfera siempre mordida por el hambre y la necesidad. Tomarse el café puya, tan amargo como su existencia, acompañando el mismo con un pedazo de bacalao cocido sobre brazas. Luego se arropaba con la sábana de la deseperanza y despertaba en medio del sopor de aquella vida carente de lo indispensable.

 

 

Alejo Calcaterra era el señor y amo omnipotente de la Hacienda Eastern Sugar. Un gallego de aquellos que a finales del siglo XIX vinieron al área del caribe a luchar en la guerra de independencia de Cuba contra los mambises. Como la mayoría de los oligarcas y terratenientes dedicados al cultivo de la caña, su fortuna estaba cimentada por la explotación inmisericorde de su peonada. En el universo de amargo azúcar de la Eastern Sugar de Calcaterra el tiempo linear transcurria escondido tras el velo de la asfixiante jornada de sol a sol, sin horas exactas de salida, el peón lo mismo trabajaba 10 que 14 horas.

 

 

Las líneas de tiempo de los universos de Calcaterra y el Negro Albornoz comenzaron su inevitable travesía de alejamiento.

 

 

El reloj para la recién construida torre del ayuntamiento del poblado de Daguao llegó por el puerto de Playa Húcares. El novedoso artefacto construido por la compañía Bernhard Zachariä con sede en Heiterblickstr, 42 Alemania; constaba de cuatro cuadrantes de bronce pintados de basalto blanco para evitar la corrosión y relucientes números romanos. A esta enorme y pesada máquina se le conectó una campana grande y sonora la que iba indicando con un toque peculiar las horas, medias horas y cuartos de hora cuando se iban cumpliendo. El sonido de la misma podía escucharse claramente en las 51.7 millas cuadradas del poblado de Daguao.

 

 

Todos en el poblado estaban maravillados con la increíble pieza tecnológica. La vida en el poblado comenzó a tomar estructura dentro del nuevo esquema de tiempo linear del reloj en el ayuntamiento. Con seis campanadas la vida laboral abría sus ojos a los habitantes, con ocho los niños incursaban en la única escuela, doce campanadas para el frugal almuerzo y las más esperadas; las cinco campanadas en la tarde que anunciaban el descanso de la extenuante jornada en el cañaveral. Toda la vida de los pobladores del Daguao se agolpaba en torno a las campanadas.

 

 

La ira se apoderó del hacendado por la incursión del reloj en su vida, la ''indiada'' como el solía llamarle, se resistía a trabajar luego de las cinco campanadas en la tarde. Desafiaban su autoridad abiertamente. Aunque tenía una fortuna considerable su viceral enojo tenía más que ver con ese odio ancestral que albergaba en sus genes blancos hacia los negros, los indios y los jíbaros en general, que con el dinero que dejaría de ganar.

La primera noche al amparo de una existencia en fractales de tiempo divididos por aquel martilleante sonido, atrayeron hasta su ser energías densas y negras del bajo astral.

 

 

__¡ Al carajo con el alcalde y su mierda de reloj, al carajo con la indiada que se niega a obedecer mis horarios por las malditas campanadas!, exclamaba el hacendado.

 

 

__¡Mataré a este infeliz intruso muerto de hambre!

 

 

Se armó con una Mauser C-96 de fabricación española, semiautomática, con cañón de 99milímetros que guardaba en un baúl desde sus días de soldado en la guerra en Cuba.

 

 

Hincó las espuelas de plata con su ya habitual crueldad en la montura. Entró en el recien inaugurado edificio sin desmontarse derribando, escritorios, sillas, archivos y sembrando el pavor entre los funcionarios y público en general. Apretó con fuerza el mango en forma de cabo de escoba de la Mauser y haló el gatillo hasta que las diez balas del cartucho 7.63 abandonaron su morada. Vociferaba por la presencia del alcalde entre la nube acre de pólvora de la Mauser.

 

 

__¡ Que salga de la cloaca en la que debe estar escondido el alcalde y si tiene las pelotas del mismo diámetro que las mías, que me explique el por qué de la mierda de reloj esta!

 

 

La muerte, de labios pintados de un alucinante morado se paseaba coqueta por el edificio. Había un contrato con la fisicalidad que estaba a punto de expirar y ella en persona debia cobrar el último pago.

 

 

Calcaterra abandonó el ayuntamiento, no sin antes cargar nuevamente la Mauser y descargar otra fatídica ráfaga de fuego y plomo en esta ocasión sobre el reloj en la torre. Pedazos de concreto, piedra y madera se desprendian del nicho en el cual estaba enclavado el reloj. Las fuerzas gravitacionales completaron la escena. Uno de los cuadrantes ante la invitación a libertad que le ofrecían las balas, comenzó a viajar 360 pulgadas por segundo hasta el caballo y su montura depositando sus dos quintales y medio de maquinaria sobre la cabeza de Calcaterra.

 

 

El reloj biológico de Calcaterra se detuvo, el del ayuntamiento seguía latiendo, aún le quedaban tres vidas incrustadas en el armazón de la torre.

 

 

Era irónico, pasó a un lugar donde la muerte de un reloj pasaría desapercibida, un lugar donde no existen campanadas que marquen travesias, movimiento, vejez, Negros Albornoz o alcaldes. Comenzó a vivir en un lugar donde presente, pasado y futuro son una misma cosa, un lugar donde la única campanada que puede escucharse es la de la voz de la conciencia, la reverberante voz... de nuestras obras.

 

 

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Luis Edgardo Rivera Abadía

7 de marzo de 2010 
 
 
 
Mi cristo saluda a tu Cristo
 
Mi cristo medía 5 pies y ocho pulgadas y caminaba descalzo por la plaza pública de Naguabo. Casi siempre a las 4:30 de la tarde y también caminaba descalzo los fines de semana por Tropical Beach lugar de arenas tostadas por el sol, olor a bronceador y palmeras. A mi cristo la piel le ardía y era de un extraño y pálido color rosado, incongurencia para un verano eterno en el Caribe. 
 
Mi cristo vivía como casi todos los bohemios del humo de un cigarrillo Doral y gustaba de las canciones de Pedro Flores y Felipe Rodriguez en las velloneras. 
 
Mi cristo dormía debajo del puente de la Barriada Relámpago y ahora que tengo 66 años y me enfrento a la miopía, el astigmatismo y a la pesadilla de los costos de los planes médicos; creo verlo todavía sobre papeles de periódicos mojados, durmiendo con los ojos abiertos… abrazando un carrito de Supermecados Econo. 
 
Mi cristo tomaba caña y era un tanto huraño y en ocasiones se les escuchaba hablar solo.  Quizás porque estaba harto de los romanos en nuestro senado y del César que vive en Washington. Y a los romanos no les interesa oírle y nadie quiere creerle y nadie se atreve a lanzar la segunda piedra. 
 
Mi cristo no repartía tratados ni recogía limosnas en las esquinas. Fueron unos pescadores de la playa de Naguabo los que dijeron que era cristo, pero apóstol no vi ninguno, salvo en el senado de Puerto Rico. Judas muy bien podría ser el Secretario de Hacienda, Pedro vestido de verde aparece en la prensa del país diciendo ‘’ no tengo nada que ver con el hombre, no andaba yo con ellos’’.
 
Mi cristo medía 5 pies con ocho pulgadas, la cruz es Borinquen, los fariseos, y saduceos son el senado y la cámara de representantes. César sigue en Washington preparando su discurso: ’’recortes al seguro social, sí mataremos más niños en Siria y Palestina, seguimos con el envío de bolsas negras , cadáveres de jóvenes boricuas, pensiones a las viudas’’
 
¿ Me preguntas por María Magdala? Ella abandonó su profesión de Maritornes y con el dinerito que obtuvo, se compró una casa de masajes y montó una agencia de modelaje. 
 
Mi cristo era barbudo como nuestro próceres Betances y Hostos y más flaco que atleta del maratón. Mi cristo no entraba a las iglesias, no se si por bochorno o es probable que curas y ministros no se lo permitían por su deplorable aspecto o porque la calle y el puente de Relámpago eran su casa. Un día lo vi escarbando entre la basura de Joe’s Pizza y después nunca más lo vi.
 
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Luis E. Rivera Abadía
 
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Crónicas de Guerra no muy heroícas que digamos
 
En el año 1965 Estados Unidos estaba completamente inmerso en el conflicto de Indochina. La máxima autoridad militar de la época, el General William Westmoreland solicitó incrementar el número de efectivos militares a 200,000 y comenzaron los bombardeos sobre la región de Da Nang, en lo que se conoció como la operación ‘’Rolling Thunder’’.Una escalada militar sin precendentes se inicia con estos acontecimientos en la que hubo momentos en el que más de medio millón de soldados norteamericanos peleaban en el conflicto, incluyendo cientos de puertorriqueños.
 
Allá en la calle Quiñones ni siquiera sabíamos donde rayos quedaba Da Nang, Laos, Camboya y mucho menos quién carajos era Ho Chi Mihn. Nuestra vida transcurría sencilla, frugal y sin muchas preocupaciones. En un abrir y cerrar de ojos todo cambió y nosotros un puñado de jíbaros que nunca habíamos salido de Naguabo, salvo al vecino pueblo de Humacao a comprar zapatos, nos encaminábamos a pelear al otro lado del mundo. Recién celebrado nuestro cumpleaños 17, llenábamos una forma en inglés en la Oficina de Reclutamiento (el reclutarse era obligatorio) en donde se incluían datos personales como dirección, números telefónicos , composición familiar ect. y lo mas importante, el número de seguro social. Había una lotería mensual con los dichosos números del seguro social, a los agraciados se les enviaba derechito a entrenamiento militar de apenas dos meses en Fort Jackson North Carolina y de ahí a Viet Nam.
 
Blue Rivera un niuyorican (boricua nacido en EU), definitivamente tuvo la estadía más placentera que puertorriqueño alguno haya tenido en Viet Nam. Acabando de llegar a Camboya en un convoy de camiones, ingresa a un poblado y se suscita un ataque del Viet Cong. En la confusión y el corre ycorrre por los disparos, los soldados americanos tomados desprevenidos tienen que escapar en retirada del poblado no sin antes sufrir algunas bajas. Pero se les olvida el puertorro que se había bajado minutos antes de uno de los camiones a realizar una necesidad biofísica y lo abandonan en el lugar. Blue era un espíritu libre y no tenía la menor intención de reportarse con premura a su compañía, así que se quedó en el poblado visitando todos los antros de lenocinio y arrebatándose con marihuana. Por suerte, en sus visitas a los burdeles nunca encontró una de esas prostitutas que se rumoraban ponían vidrios en sus vaginas. Blue regresa después de 5 meses a su compañía para sorpresa de sus compañeros y oficiales que lo hacían muerto o prisionero del Viet Cong.El hombre tenía suerte, su trabajo militar era de infantero pero dentro del pandemonium siempre existente lo asignaron por equivocación de cocinero y no tuvo que hacer trabajo de patrullaje ni nada de eso. Meses más tarde vuelve a desaparecer del campamento militar y se dedica a viajar por la zona desmilitarizada del país. Actualmente se desempeña como maestro en una escuela pública de Naguabo.
 
Carmelo Colón llegó a Viet Nam y no tuvo tanta suerte como Blue. Ni siquiera se habían repartido los rifles M-16A1 a los novatos recién llegados como él..cuando comienza una balacera y fuego de mortero sobre el campamento en el que estaban acuartelados. Carmelo cuenta que en esos momentos pensaba ’’Bendito sea Dios viajar desde tan lejos hasta aquí y estos hijos de puta americanos ni una pistolita me han dado para defenderme, que manera más pendeja de morir.’’ Pudo sobrevivir ese y otros ataques y hoy día es director de una escuela en Naguabo.
 
Francisco Rivas y el platoon al que pertenecía recibieron orden de reemplazar unos soldados que hacía días trataban de tomar una colina con poco o ningún éxito. Los soldados bajaban en hilera sumamente maltrechos, sucios, heridos y por supuesto otros tantos en bolsas negras. La escena agudiza el pánico de Rivas el que nerviosamente le pregunta a un desaliñado soldado boricua que baja de la colina con su M-16 en mano, dos cargadores y en la bandolera municiones para la M-60 de su unidad. . ___Hey brother, cómo está eso allá arriba?, pregunta Rivas con gesto de preocupación A lo que el soldado jadeando por los calambres en las piernas y la vista nublada le responde lapidariamente. ___Brother prepárese, van a botar pedos por el bicho(pene). No sé si le sucedió lo que predijo el otro puertorro, pero Rivas vive apaciblemente en su casita en la Playa Húcares, disfrutando de la paz que proporciona el azul del Mar Caribe y feliz con su pensión de maestro jubilado.
 
Ni los músicos se salvaron, a los Morales también se los llevaron. Pero contrario a los demás jamás contaron historia alguna. Regresaron con los ojos como si toda la sangre del cuerpo se hubiese alojado en sus órganos visuales, ¡aquellos sí que eran ojos rojos, ni el mismísimo Diablo los tenía tan encendidos! Todo lo que hacían era beber ron en el negocio del Lucky Seven hasta sumirse en la inconciencia. Después de algunas visitas al hospital de Veteranos para bregar con su problema de alcoholismo junto a otro músico que pertenecia a las fuerzas especiales Rangers formaron una orquesta. El menor de ellos, Joe Morales, compuso un guaguancó que rezaba as;
 
Quién puede encontrar felicidad Cuando hay tristeza Quien puede hablar de amor Cuando hay traición Quién canta un guaguancó Donde no existe el sol Se acaba este mundo Mundo, mundo cruel Que fue de la divina paz Y la felicidad que tanto anhelo Que si China comunista Rusia por otro lado La nación americana Todas las grandes potencias Quieren el poder mundial Pero si siguen así las cosas Oye este mundo se va acabar.
 
Es obvio que la guerra influyó en su manera de componer.
 
Gilberto Serrano cuenta que sólo escuchó un disparo en toda la guerra, estaban de patrulla, suena un tiro y se desmaya dentro del arrozal. Es enviado a casa después de unos agónicos meses en un hospital con los nervios destrozados. Es que en verdad hay que ser bastante inconciente para llevar a la guerra a un muchacho que era el presidente de JAC( Juventud Acción Católica) y que su caminar decía ‘’soy marica, ¿acaso no lo notas?’’ Recuerdo haberlo visto en la Universidad quedarse en estado catatónico por horas dentro de un salón…fue de los más afectados. Al menos con la pensión para veteranos del Tío Sam pudo costear sus estudios de contabilidad.
 
Viet Nam fue una guerra sucia y los boobie traps eran utilizados por la guerrilla todo el tiempo.Cada pulgada de tierra vietnamita podía matarte o mutilarte. Bueno, alguien dijo en cierta ocasión que en la guerra y el amor, todo es válido. Además quién les dijo a uds. que hay que tratar con papelitos a unos hijos de perra que te disparan con Nalpam, violan tus mujeres y masacran tus aldeas. La sola idea de que una estaca untada de excrementos te atravesara una pierna y se te gangrenara o que un látigo de bambú repleto de púas te cercenara a la mitad era aterradora. También enterraban un proyectil en el suelo de manera que sólo sobresaliera la punta y el fulminante lo apoyaban sobre un clavo, un pisotón podía disparar el cartucho, cuya bala le atravesaba el pie o la cabeza de la víctima.
 
Papo Maldonado no perdió dos dedos con una de esas trampas, los perdió después que el soldado que iba frente a él tropezó con un alambre que tenía una granada atada al final, la expasión de los fragmentos de metralla le alcanzaron y los perdió. El hombre tenía gran sentido del humor, expresaba que cuando la guerra acabara regresaría por los dos dedos que dejo en Nam.
 
Queda meridianamente claro que ninguno de los actos aquí relatados deban ser merecedores de una medalla del Congreso norteamericano o de algún tipo de reconocimiento por los macaracachimbas en el Pentágono. Todos eran muchachos pobres de una barriada en un país tercermundista. Fueron llamados y obligados a pelear una guerra que no era de ellos, a ofrendar su sangre en un conflicto antipático ante los ojos del resto de la humanidad. Arrancados de sus familias y seres amados para participar de unas acciones bélicas a todas luces inmorales. Así que no había orgullo patrio que salvaguardar, cero sentimientos nacionalistas en los que pudiesen apoyarse, no existía motivación o deseo alguno para estar allí.
 
Después de todo cuando tienes apenas 22 años y estás metido en esa puta jungla, tratas solamente de sobrevivir a como dé lugar. Esperas con ansiedad el día en que regresarás a tu verde valle, a las blancas arenas de la costa, añoras irte de rumba y bohemia al Mariana’s Night Club los sábados en la noche para deleitarte con el cadencioso movimiento de las caderas de una mulata antillana cuando baila guaguancó.
 
 
 
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Sobre el basket y la vida
 
El baloncesto es un deporte para espíritus libres, hay mucha creatividad, energía y gracia en este deporte. La toma de decisiones entre pasar, tirar o driblear el balón debe efectuarse en segundos, por lo que el reto del juego va más allá de las capacidades atléticas o fisiológicas de los practicantes del mismo, hay que pensar, ser astuto y sabio o tener 16 años.
 
Los chicos de mi barrio amaban el baloncesto, tanto así que durante la despedida de año en lugar de esperar el Nuevo Año en nuestras casas, nos reuníamos en la Rius Rivera frente al negocio de Felito Mendoza. Allí entre petardos, cohetes, música y parrandas, esperábamos la campanada número 12 y emprendíamos carrera hasta la cancha para ver quién encestaba el primer balón en el año o donqueaba la primera pelota. Practicabamos bajo el sol, la lluvia con o sin alumbrado durante las noches, era una fiebre que no bajaba con nada. Los domingos no nos perdíamos por nada el NBA Game of the Week con equipos como los Lakers, los Knicks, Baltimore y los Milwakee Bucks. Idolatrábamos a Walt Frazier, Willys Reed, Chamberlain, Lew Alcindor y Jerry West. Cuando se es joven la pasión por lo que nos gusta nos lleva a los extremos. En ocasiones dormíamos con el uniforme puesto y hasta una canción alusiva al juego teníamos. ‘’ De los vicios que conozco en este mundo el baloncesto es lo mas bello de la vida, es tan bueno cuando uno está dribleando , que las penas que uno tiene se le olvidan’’.
 
La Liga Atlética Policiáca auspiciaba un torneo en toda la Isla para jóvenes no mayores de 16 años. Los equipos de nuestro pueblo todos los años tenían mucho éxito en ese torneo. En el 1969 quedamos subcampeones perdiendo en la final con el equipo de Quebradillas y su estrella Carlitos Hernandez, que luego se convertiría en el centro regular de los Piratas de Quebradillas en el baloncesto superior. En el 70, tuvimos nuestra revancha y le ganamos la final en la cancha Manuel Carrasquillo Herpen en Country Club. Esa fue la segunda ocasión en que jugamos en una facilidad bajo techo. La primera fue en la Pepín Cestero en una final contra Canóvanas en el torneo de Biddy, ese día le quitaron el balón a César Pimentel como 4 veces por estar mirando el jodido reloj del techo, el pobre nunca había visto uno como ese. Solamente la Pepín Cestero de Bayamón, la de Country Club y la Arquelio Torres tenían techo. En los demás pueblos aún en los que había franquicias de baloncesto superior se jugaba al aire libre.
 
El otro torneo que apasionaba a grandes y chicos en el pueblo era el de escuelas superiores. Casi siempre estabamos en la final de la región con el equipo de Fajardo. En el 70 tenían un equipo muy alto para los estandares de la época, sus cinco regulares estaban sobre los 6 pies de estatura. ¿ qué cómo éramos nosotros?... diré que parecíamos jockeys del Comandante. En la final de la región había que jugar 2 partidos, uno en casa y el otro como visitante, en caso de empate en la serie se jugaba en una cancha neutral.
 
El primer juego fue en Naguabo y la cancha estaba de fanáticos a reventar. La escena, la de siempre, un rumbón encendido en los ‘’bleechers’’, algunos galones de Vino el Pavo y marifinga, chicas con American Jeans austados a la cadera, zapatacones, afros, perfumes de strawberry, camisas de cuello alto. Por ser pequeños todo nuestro juego consistía en presionar cancha completa y correr como caballos de hipódromo, un juego como dirian los gringos ‘’free lance’’, o en español de guerrilla. En los primeros 8 minutos supimos que nuestro juego no funcionaría, lo jugadores de Fajardo, no sólo dominaban todas las destrezas del juego si no que para colmo de males eran mucho más altos y muy atléticos. Así que despedazaron nuestro preseo, dominaron los rebotes, encestando a gusto y gana , nos estaban dando una pela de padre y señor mío. Partiendo del axioma popular que dice que ‘’ perder es peor que parir’’ los fanáticos nuestros comenzaron a impacientarse, el vino y la cannabis los tenían agitados. Comenzaron a exigir más a nuestro equipo y el juego se tornó algo rudo. Los hermanos Cholo y Ángel García que eran de nuestros mejores jugadores, entraron en una polemica con Wilson Oquendo, un muchacho de algunos 6’3’’ y tremendas habilidades atléticas y baloncelísticas. El hombre tenía un salto vertical de algunas 38 o 40 pulgadas además de un excelente jump shot a distancia. Nos estaba matando o como dicen en baloncesto tenía trepado encima del aro a cualquiera que lo marcaba. La frustación por no poder de manera alguna defender con éxito al que sería después un copioso anotador de sobre 20 puntos en el baloncesto superior con los desaparecidos Cardenales de Río Piedras, nos llevó a la confrontación física.
 
Después de una lucha por el rebote y algunos codazos, los García la emprendieron contra Oquendo y le partieron las madres. Ambos eran boxeadores, en Naguabo, los que jugaban basket eran también los boxeadores, los peloteros y los atletas de pista y campo. Se formó un motín de grandes proporciones donde algunos de los jugadores de Fajardo recibieron heridas de armas blancas, fracturas de craneos , brazos ect. Salieron de nuestro pueblo entre un aluvión de piedras, amenazas y maldiciones. El único aliciente que les quedaba era que el segundo partido sería en Fajardo, allá de seguro las cosas serían diferente.
 
 
Los mas jóvenes ansiabamos ir al otro día a Fajardo y jugar, total la pasión y la juventud ciegan el entendimiento. Ya en la tarde alguien que pasó en carro público frente a la cancha del parque en Fajardo dijo que habían más de 2,000 personas esperándonos. Tambien comentó que era probable que esas personas no estaban allí con el propósito de ver el juego y si para desquitarse por lo del motín en Naguabo. El maestro de Educacion Física decidio que no iriamos. Así que los fanáticos cariduros se quedaron esperando en Fajardo con sus niveles de adrenalina y testosterona por las nubes, molestos por no poder rajar agunas cabezas, dar par de tajos y llenar la sala de emergencias del hospital de Distrito con algunas decenas heridos.
 
Mis amigos de la infancia y yo continuamos en el baloncesto pero ninguno llegó a ser jugador en el baloncesto superior. Nos conformabamos con hacer un ‘’vente tú ‘’ y en los carnavales de baloncesto de las fiestas patronales medir nuestras habilidades con algunos jugadores de superior como Angelito Vega, Picú García, Ricky Cátala, Jimmy Thorsen, Berto Meléndez , José Veiga, Nilo Verdejo ect. Casi siempre salíamos por la puerta ancha. No jugabamos tan mal después de todo, recorríamos la isla entera en ese tipo de torneo y ganamos muchos.
 
Todo tiene su final, la vida pasa más rápido que un ‘’fast break’’, en este esquema ofensivo y defensivo llamado vida he corrido muchos ‘’give and goes’’ ‘’ pick and rolls’’ y ‘’back doors’’. He encestado a distancia, en penetraciones y una que otra vez me he quedado velando ‘’guira’’. Los problemas en ocasiones me han montado un ‘’preseo cubano’’ , llevandome hasta la línea de ‘’out side’’ para que no pueda dirigirme por el centro , he tenido que pedir ‘’time out’’ y organizarme de nuevo. Si mi vieja estuviera presente me diría que mi manejo con el balón en el juego de la vida ha sido displicente y que mis ‘’turn overs’’ sobrepasan por mucho mis ‘’asistencias’’ que por consiguiente debo permanecer en la ‘’banca’’ Pero tambien puedo decir que mi ‘’crossover’’ es bastante bueno y que con mi ‘’dribleo’’ de alguna manera he podido evadir la defensa por el ‘’base line’’ y ‘’donquear’’ algunos balones. La vida es también un juego y como tal debemos jugarlo para ganar. En el baloncesto como en la vida real, no existen los empates, por éso hay ‘’tiempos extras,’’ se gana o se pierde. Confío en que el Arbitro de Allá Arriba no me cante‘’ technical foul’’ y me envíe a las regaderas, porque éste es el campeonato más importante ….y en verdad…quiero ganar.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
 
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Sobre el deseo
 
Al manifestar o crear lo que queremos o necesitamos, hemos construido un deseo, las circunstancias en las que nos encontramos o las que viviremos aún después de la vida son creadas y matizadas por esta poderosa fuerza.
 
¡Pero cuidado, la fuerza del deseo puede quedar grabada en nuestro espíritu y prevalecer aún después de nuestra partida del plano físico!
 
El negro Novoa sintió un fuerte impacto como si le hubiese golpeado un marrón, cayó de bruces en medio del sembradío de arroz, una bala de rifle de asalto se abrió paso con limpieza dentro de su humanidad destrozando uno de sus pulmones. Ya no supo nada más del Viet- Con, de campesinos con grandes sombreros de paja y de la guerra televisada con el corresposal Walter Conkrite.
 
Abrió sus ojos pesadamente después de tres meses en un hospital militar de Saigón. Apenas podía respirar, la exigua cuota de oxígeno que dificultuosamente se abría paso hacia su pulmón restante quemaba su garganta como el frotar seco del papel de lija. Sudaba copiosamente, el corazón latía muy quedo con laxitud y pereza, su cuerpo era una brasa ardiente las horas languidecian en su carruaje de carne, sangre y huesos.
 
No pudo resistirse al chantaje de la muerte, la vida de los sentidos ya le dolía demasiado. El cordón de plata que unía su espíritu al cuerpo al fin pudo partirse, la neumonía y los impactos de bala lo devolvieron a su lugar original.
 
Un guía de luz, lo llevo hasta un plano astral de esos que están entretejidos al plano terrenal, o tal vez no fue el guía de luz y sí sus deseos más inmediatos o apremiantes.
 
La escena era conocida, tintinear de copas, humo azul de cigarrillo, el brillo de los trajes de lentejuelas de las mujeres alrededor de la barra en charla de coqueteo con los parroquianos, ese suave resbalar de fin de semana hacia el deseo.. Una de las bellezas del lugar le pide un cigarrillo a otra, de hecho más que pedir imploraba, como si fuese la cosa que más importara en el mundo. La otra mujer, que conversaba con sus amigos, la ignoraba. Luego sacó un paquete de cigarrillos de su cartera y sin siquiera ofrecerle a la mujer que con tanto denuedo y ansias trataba de conseguir uno, enciende el cigarrillo.
 
La mujer a quien no le habían dado el cigarrillo, más rápido que serpiente venenosa, intenta arrebatarle de los labios el cigarrillo prendido. Luego lo intentó nuevamente, nuevamente y nuevamente.
 
Un escalofrío de reconocimento invadió al Negro Novoa, no había manera que la mujer pudiese tomar el cigarrillo, ¡estaba muerta, como él!
 
La escena se repite con los hombres de pie al lado de la barra, parecían no poder levantar los vasos hasta sus labios.
Una y otra vez Novoa observa como trataban de tomar las copas entre sus manos y sus manos atravesaban el sólido en los vasos, a través de la pesada madera en el mostrador, hundiendo sus extremidades a través de los brazos y cuerpos de los que su a alrededor bebían los cuales irrumpían en furiosas y constantes peleas a causa de unas copas que en verdad ninguno de ellos sería capaz de llevarse a la boca o saborear.
 
Para el negro, esto era el infierno querer algo más que cualquier otra cosa, arder por el deseo, sin la más mínima posibilidad de obtenerlo. Una mera ilusión creada por los deseos apremiantes, con el alma atada al lugar donde ese deseo puede aparentemente de alguna forma ser cumplido.
 
Se obtiene lo que se desea a niveles muy profundos e inconcientes despojarnos de nuestro viejos deseos pudiese ser un importante paso para alcanzar un mayor grado de elevación y de progreso espiritual de lo contrario, nuestro infierno será la manifestación inmediata de las obsesiónes de las cuales hemos hecho un culto durante toda nuestra existencia.
 
Puede que ocurran sorpresas durante nuestro viaje camino hacia la otra vida, hay estaciones donde debemos parar y tal vez muy diferentes a las que los dogmas y esquemas religiosos nos proponen. Es momento de reflexionar, ¿qué es lo que en realidad, queremos, qué es lo que en verdad anhelamos, qué tipo de pensamientos deben ocupar espacio en nuestras almas.
 
Luis Edgardo Rivera Abadía
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Sobre limpiabotas y bicicletas
 
El inmisericorde sol caribeño depositaba su candente beso sobre los techados de zinc en la calle Quiñones. En una de los patios traseros, dos jovencitos trabajaban de forma febril con un martillo que denotaba algunas escarchas de óxido, unos herrumbrosos clavos y un serrucho. Un viejo árbol de mangó francés filtraba el calor de la mañana hasta convertirlo en una fresca brisa y de paso protegía con su generosa sombra a los adolescentes. El árbol en una que otra ocasión les obsequiaba con unos de sus jugosos y fibrosos frutos.Tan absortos estaban en su faena que no escuchaban la octogenaria y gutural voz de la abuela de miope mirada y gruesos espejuelos tipo lupa urgiéndoles subir a almorzar o al vendedor de pan de mayorca que recién acaba de incursionar al barrio con su pregón muy particular’’ Aquí está el canario cantándole y vendiéndole el pan de mayorca.’’ Habían logrado clavar dos tablas de forma pentagonal a cuatro rectángulos de madera con bastante esfuerzo y poca paciencia. Lo más difícil aun les esperaba, dibujar la suela de uno de los zapatos del tío Julián en la madera y luego cortarla y atacharla a la parte superior del cajón de limpiabotas.
 
Lugo de terminado el cajón, procedieron a llenarlo con las herramientas tipicas de trabajo del limpiabotas; dos cepillos grandes, canecas llenas de anilina negra y marrón, una botella de alcohol con una negra carabela en su etiqueta, betún jockey del mismo color que la anilina, tambien introdujeron cepillos dentales ya desechados dentro de las canecas.No ingirieron alimento alguno e hicieron caso omiso a la abuela que seguía suplicando que subieran a almorzar del arroz blanco con tocino, habichuelas coloradas marca Diablo y huevos fritos que había confeccionado en su estufa de gas kerosen… porque el único pedazo de carne que había pertenecía al tío Julián que era el que llevaba el pan y sustento a la casa con su trabajo de aguador en el purgatorio verde del cañaveral.
 
Salieron de la vivienda y se encaminaron hasta la plaza pública lugar donde se reunía la aristocracia del betún y la anilina negra. El día para los limpiabotas parecía no estar muy bueno, los veteranos jugaban a los topos o al póker las exiguas ganancias del día, los más jóvenes, se dedicaban a correr patines o a saborear una dulce piragua del carrito de Marcelo el piraguero, clientes no había ninguno. La ilusión de la bicicleta que comprarían (Swing Majestic negra, con rodilla mecánica, brillante foco eléctrico propulsado por un dínamo adherido a la goma trasera) con su trabajo de limpiabotas se esfumó con la aparición de Millo; un hombrecito rechoncho; de pronunciado vientre, camisilla blanca, sombrero de chulo de barra y diente de oro 24 kilates, que recibió a’’ los queremos ser limpiabotas por favor’’ de manera no muy cordial.
__ Muchachos, ¿ dónde carajos piensan enterrar el muerto ése que traen en el cajón? porque que yo sepa el cementerio queda en la carretera 31, apostilló el grasiento limpiabotas.
__ Señor, no llevamos muerto alguno, venimos a ligar pares y a brillar zapatos aquí a la plaza, expresó timidamente uno de los
adolescentes.
__Por donde tienen el culo, pongan la cara y arranquen pa’carajo , eso que traen cargando entre ambos no es cajón de
limpiabotas, más bien parece caja de muerto, en el mejor de los casos tiene pinta de cajón de carpintero y ¿además quién les dio permiso a venir aquí?, expresó el limpiabotas en tono burlón.
 
Los Abadía ni chistaron, se marcharon a toda prisa de la plaza, no había por qué discutir con Millo, el hombre había estado preso, tenía un tatuaje que decía ‘’Pérdóname madre mía ‘’ en el brazo izquierdo y otro más en el antebrazo con una cruz que rezaba, ‘’Vive tu vida, no la mía’’ En los 60’ tener tatuajes era privativo de las mujeres de la vida, los proxenetas o algún militar loco recién licenciado de Viet- Nam, en el caso de Millo su segundo oficio era el de proxeneta, con la salvedad que la única Maritornes que poseía era su esposa a la cual vendía en las noches. Además exibía con orgullo media docena de cicatrizes de sable en distintos puntos desde la cara hacia el ombligo. Mejor largarse pensaron los adolescentes antes que contrariar más al limpiabotas.
 
Los jovencitos observaron detenidamente el cajón que con tanta dilgencia se habían dado a la tarea de construir y pudieron constatar que era cierto lo que decía Millo; el cajón era demasiado grande. La eventualidad no aminaló a los adolescentes, todo lo contrario encendió su entusiasmo por conseguir algunos dólares con el enorme cajón y de paso vengarse del limpiabotas proxeneta. Se detuvieron en la panadería en la calle Betances, ayudaron a los panaderos a envasar galletas palurdas en bolsas de papel , labor que fue recompensada por Cumaná que les obsequió una libra de pan buchipluma recién horneado. Cumaná además de panadero era músico del bongó, tocaba en la banda de Don Paco Duclerc, era famoso porque durante una presentación en un programa por la emisora WALO de Humacao, al preguntársele al aire que cómo estaba el sabroso ritmo caribeño que interpretaban, su contestación fue…’’ este ritmo es mejor que cagarse’’. Desde ese suceso perdió su trabajo de bongosero y tuvo que dedicarse al sudoroso oficio de panadero.
 
Los preadolescentes se allegan al negocio de Felito Mendoza donde compran una lata de sardinas ‘’tinapas’’ y dos Kolitas champán y hacen un emparedado con las tinapas y el pan. Finalizado el frugal almuerzo, se les ocurre que si no pueden brillar zapatos en la plaza, lo mejor entonces era llevar el servicio a domicilo como hacían los revendones de pan, frutas y carne de cerdo.Caminan calle Betances hacia arriba y doblan hacia la calle Celis. Su primer cliente son las maestras Ramos, las cuales fungían tambien como directoras de las Niñas Escuchas. Los ‘’queremos ser limpiabotas por favor’’ hacen su agosto pues las profesoras tenían cuatro pares de zapatos que recitaban con urgencia de anilina negra para esconder los rayazos. Reciben
$1.50 por su primer trabajo del dían que era muchísimo más que lo que un buen limpiabotas conseguía ganar en medio día de trabajo. La estrategia es todo un éxito, en bares, billares, barberías consiguen clientes; es entonces que deciden llevar su negocio ambulante hasta la casa Parroquial.
 
El Padre Belló no era un sacerdote latinoamericano común y corriente, no porque se pareciera a Camilo Torres o a Arnulfo Romero si no que durante las fiestas a Nuestra Patrona La Virgen del Rosario subía a la tarima donde después de apurar una botella de vino y media caja de cerveza con su cara redonda y roja profería con voz de trompeta y R velar ‘’ Puerto Rico, la India está buena, buena, buena( refiriéndose a un comercial de televisión sobre nuestra cerveza nacional). Poseía una mirada un tanto rara que en ocasiones dejaba escapar por algún recodo una mujer ansiosa de cruzarse con una buena descarga de testosterona y caricias masculinas.
 
___ No puedo daros mis zapatos Sundial para brillar, bien sabeis que Enrique es limpiabotas, comprended que se pondrá furioso si otro limpiabotas hace su trabajo, expreso el párroco con voz afectada y con aquella mirada de mujer coqueta y ansiosa por salir de aquel cuerpo que equivocadamente le había sido asignado. __Además, continuó diciendo, vuestras mercedes últimamente no se les ve en la misa de niños de las 11:00 am los domingos, y cuentan que os habeis robado los panes de hostia para comerlos con Royal Crown junto a los nietos de Doña Benedicta. __ Debeis ocuparos más de confesar, comulgar y dejar de estar cometiendo semejantes sacrilegios.
 
Enrique era el monaguillo de confianza del Padre Belló además de ser ahijado del padre, limpiaba zapatos y vendía marihuana en la plaza.Un buen día llegó a su apartamento en Villa Cuernos con más humo en la cabeza que de costumbre y dejó un cigarrillo de cannabis más gordo que su dedo índice en el cenicero. Su abuela, doña Bitó Nieves, nonagenaria, adicta al tabaco y los puros, tomó el cigarrillo de marifinga creyendo que era uno de sus habanos y se lo fumó completo, hubo que quitarle el caldero de arroz con longaniza, pues por poco se le come todo por el efecto de la droga. También mascullaba en medio de una risa incontrolable rumbo al hospital__ Enrique dame otro tabaquito de esos, jamás había estado tan contenta desde que cogí la jienda con caña luego que tu abuelo se marchó con la corteja que tenía en Salsipuedes.
 
El regaño y acusación del cura unido a la negativa de que los jóvenes lustraran sus zapatos, condujo a los ‘’queremos ser limpiabotas’’ nuevamente a la plaza de recreo. Pasan frente al banco donde Millo ejercía su oficio y el mas atrevido de los preadolescentes le estruja a Millo en la cara, que gracias a no querer dejarlos brillar en la plaza ya tenían en el día de trabajo algunos diez dólares.
___¿ Cómo, que han hecho siete dólares, si nadie aquí en la plaza ha hecho más de dos dólares, expresó Millo con cierta incredulidad.
____ No dije siete, dije diez dólares, ofrecimos el servicio casa por casa a los Garzot, los Fernández, en el billar de Pedro, en la barbería de Guiche y así por el estilo, expresó el atrevido.
____ ¡Mira, muchacho hijo e’ puta, toda esa gente que has mencionado son mis clientes de muchos años, si es verdad lo que dices
____ los voy a joder, les daré una catimba que ni sus madres los reconocerán!, expresó el proxeneta lívido por la ira.
 
Los preadolescentes quedan petrificados por la amenaza y con los ojos más abiertos que caballito de machina. Próximo a convertir en buena su amenaza, la humanidad repleta de colesterol de Millo es atropellada por el Indio de Urania que huía como loco de Gulembo que blandia amenzante un 6 tiros calibre 32. Gulembo era cantante de salsa y compositor pero precisamente no era muy angelito que digamos, su canción Pronóstico del Tiempo aún se escucha por las ondas radiales, un bolero clásico de la denominada Época Dorada de la Salsa. El Indio de Urania buscó refugio en la pizzería de Joe, con Gulembo halando el gatillo del viejo revólver. Todo el mundo se tiró al piso en el negocio y la plaza quedó desierta, incluyendo dos jovencitos que cargaban un cajón de carpintero y corrían como poseidos dejando caer unas botellas de anilina y alcohol en su atropellada carrera . Un ángel siempre defiende a los más inocentes, el negocio estaba repleto de chicos y adolescentes. El revólver mascó las primeras 5 balas y sólo una pudo abrirse paso a través del metal del cañón, para centésimas de segundo mas tarde anidarse en una de las paredes del negocio.
 
La tarde comenzaba a morir sobre los tejados del pueblo, los ‘’queremos ser limpiabotas’’ más sosegados, caminaban hacia la Quiñones con las manos y caras ensombrecidas por el betún, pero con su aura resplandeciente. En sus bolsillos cargaban una pequeña fortuna de $9.55 y habían tenido una experiencia única. Habían tenido su primer encuentro con el trabajo y de paso habían incursionado en mundo de los hombres, aunque sabían que sería su primer y último día como limpiabotas. No importaba, entendieron que ese mismo día la vida le cambiaba, se sintieron por primera ocasión seguros de sí mismos y satisfechos por virtud del puñado de monedas con caras de presidentes estadounidenses … el sueño de la Swing Majestic negra, rodilla mecánica y brillante foco delantero, propulsado por el dínamo en la rueda de atrás comenzó a tornarse en realidad.
 
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 Luis Edgardo Rivera Abadía